Capitulo 3

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OÍ a Kira y Ava hablando en el pasillo que da a la azotea. Yo me encontraba apoyado en la pared revisando el móvil. <No me queda casi batería.>

–¡ARID!– Cantó Kira– Ya estamos listas.

–Me alegra verte bien. Venga, vamos. Me muero de hambre...– Me rugieron las tripas.

Salimos del edificio bajando por la escalera de incendios que usé la noche anterior. Subirla es fácil pero bajarla me hizo sentir  un nudo en el estómago hasta llegar de nuevo al suelo.
Una vez en abajo, nos apresuramos en salir del callejón.<<Tendríamos que haber salido antes. Nos quedan apenas tres minutos para coger el autobús.>>.
—¡Vamos, chicas! ¡Daos prisa!—Salí corriendo directamente hacia a la parada.

Al girar la esquina de la calle me choqué con un niño y caí a el suelo. Me ayudó a levantarme. Se le sonrojó la cara de la vergüenza.
—Perdón...— dijo agachando la cabeza y salió corriendo.<<se ve que lleva más prisa que nosotros>>
Miré para atrás y vi a las chicas casi a mi lado. A estas horas la calle estaba casi vacía, apenas había dos parejas caminado y un señor paseando a su perro. Llegamos a la parada.<Por los pelos... qué casualidad que cuando llegas tarde al autobús éste es siempre puntual, en cambio si llegas pronto te toca esperar de más...>
Una vez en el autobús nos sentamos y nos pusimos de acuerdo en qué restaurante cenar. El autobús estaba prácticamente vacío. Estábamos hablando mientras Kira se arreglaba el pelo de un tono medio anaranjado que la llegaba por los hombros, sacó un pequeño espejo que tenía en su bolsa y un cepillo para peinarlo, dejando solo dos mechones sueltos para darle al peinado un toque desenfadado. Para culminarlo se puso un pequeño broche brillante con dos piedras engarzadas en él. Los colores verde y azul de las piedras destacaban el color de sus ojos canela... Conozco la historia de ese broche. Al igual que yo, ella perdió a sus padres a manos de la Suma Sacerdotisa. Tan solo tenía catorce años en ese entonces. Eran una familia muy unida, y la dejaron huérfana y sola al cargo de su hermana mayor, la cual heredó antes que ella el broche a manos de su madre el día antes del juicio. La rabia de su hermana crecía cada día tras la perdida, hasta que no pudo aguantar más con el dolor y una mañana salió temprano de su casa, cegada por la ira, e intentó vengarles; matando a la hija de la Suma Sacerdotisa... sin éxito pero sí con castigo. Fue desterrada del clan. Al despertarse Kira esa mañana vio en la mesita del comedor el broche, con una pequeña hoja arrancada de un cuaderno. Ésta leía:

Querida Kira

Mi dulce girasol de campo, hoy he de partir a manos de los impulsos de mi corazón.

Mi balanza interior se ha desmoronado.

Tengo que vengar a mamá y papá. Sus almas eran puras, tanto como la mía lo fue. Y hoy no albergo más que dolor en mi corazón.

Déjame cargar con la oscuridad por las dos, déjame proteger tu inocencia.

Vuela, brilla y lucha, por favor.

Protege tanto como mamá y papá hicieron por nosotras dos

Te amo, mi pequeño girasol.

Así heredó el broche familiar. Cuando me contó la historia se le hizo muy difícil no llorar en el intento. Siempre se reserva el dolor que lleva con ella, pero a su vez da todo de ella para ayudar a los demás. Su determinación me ha ayudado muchas veces a hacer frente a todos los desafíos que se nos han puesto delante; ella es esa mecha que hace detonar mi seguridad.

Al abrirse las puertas del autobús, sentimos la brisa con olor a todo tipo de comida que provenía del centro comercial. Se oía el bullicio de la gente entrelazado con las risas de los niños que jugaban. Esta es la parte de la ciudad más moderna; hasta la más retirada farola está en buen estado. Los humanos pasan mucho tiempo de sus vidas comprando y compartiendo su tiempo entre ellos. Nosotros, sin embargo, tenemos este tipo de sitios muy restringidos. A Los Antiguos no les gusta juntarse con el populacho; por antiguas batallas que tuvo nuestra raza entre ellos. Pero de eso hace ya más de dos siglos... y aun así sigue arraigado de cierta manera en nuestras costumbres. Algunos grupos radicales de humanos a día de hoy siguen creyendo que somos una amenaza y, de cierta manera, estoy de acuerdo con ellos. El mandato del clan es odiado tanto externa como internamente. Pero no todos buscamos el poder.

Renegados de la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora