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Posiciones. ╼┛

Los besos no dejaban de venir. Uno tras otro. No importaba las acciones que realizarán, sus bocas estaban unidas por el chicle más dulce e infinito que hayan probado. Era ese tipo de chicle que te hacía masticar y masticar, sin importar lo cansado que fuera, haciéndote salivar al intentar sacar cada gota de elixir.

El cuerpo de Charles impacta sobre una puerta y la adrenalina misma le impide soltar alguna queja. Solo quería seguir probando el manjar rojo que eran los labios contrarios, llenos de una explosión de sabores que hacían a su cerebro cargarse de serotonina.

Su conciencia estaba nublada por el deseo, placer, y en parte por el alcohol circulando en su torrente sanguíneo. La cordura había quedado en lo más profundo del pozo y el llamado que repetía su alfa solo era un eco irreconocible.

La puerta en la que estaba recargado se abre, y sino fuera por unos brazos sujetando con seguridad hacía su propio cuerpo, sus pies hubieran tropezado al seguir la gravedad. Aprovechando el acercamiento, sostiene entre sus manos la cara de Carlos, profundizando su desespero, y con ello, la falta de saciarse.

Sus lenguas se convierten en una guerra dominante. Una disputa por ver quién ganaba el control total y por ver quién rendía mejor. Su alfa interior contra el alfa del contrario. El moreno muerde su labio inferior y él gruñe, disgustado de la presencia del hierro en su cavidad bucal; odia el sabor, pero si era sincero, no era su prioridad invertir tiempo en eso.

Se dirigen a una habitación entre tropezones de caricias ásperas y besos salvajes. La mano de Charles no evita colarse bajo la playera contraria y sujetar su cintura con tanta fuerza por temor a perder el tacto. Carlos jadea en respuesta y no pierde el momento en que sus labios se separan para introducir su lengua, absorbiendo toda destilación de cerveza y presionando con severidad sobre el otro.

No sabe cuándo fue que cayeron en la cama, pero puede sentir a Carlos frotarse contra su erección tan suave y pesado, en un zig zag repetitivo. Su mano se marca automáticamente sobre su torso bronceado en respuesta. Este sonríe, separándose a propósito, sus ojos avellana transmitiendo pizcas de deseo y goteando vapor helado. El ojiverde siente el volver de su presente, con la silueta frente a él ser única y tan conciente de que no necesita ver la Luna porque los ojos de Carlos son una viva representación.

Tratando de borrar sus pensamientos intrusivos, se abalanza sobre los labios gruesos y las manos contrarias le quitan sin ningún problema la prenda superior, trazando círculos cálidos y largos sobre su pecho. Charles dejó de entender si es algo normal ver el sexo como algo lindo, pero puede entender si la razón de eso sea Carlos.

El beso se vuelve más añorado, hasta que el ojicafé decide volver a separarse y él gime de frustración, exigiendo la misma atención que un perro le exige a su dueño. El moreno lo ignora divertido, bajando a la altura de sus pantalones y desabrochando demasiado lento para el gusto de Charles. Las manos calientes se detienen en sus muslos, acariciando estos y maldiciendo a lo bajo por lo excitante que le resultó.

-Pensé que no hablarías más.

Esa sonrisa hace que vuelva a reactivar su cerebro e imprime una imagen, obligando a guardarla en la sección de cosas importante.

-Creo... que las palabras sobran.

Carlos extiende más la sonrisa y la comisura de sus ojos se entrecierran. Charles quiere besarlo otra vez, por lo que se repite que Carlos es alguien tan extraño e insignificante que apenas sabe su nombre y en donde vive.

-Crees muy bien.

Todo queda como segundo plano cuando la humedad golpea su dura entrepierna sobre la ropa interior. Estuvo tan concentrado en el otro, que su extremidad había quedado en el olvido y estaba agradeciendo de mil maneras a Carlos y su exelente boca.

Dangerous || Charlos ˏˏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora