𝐎𝐍𝐂𝐄

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𝘠𝘰 𝘴𝘪 𝘵𝘦 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘰,𝘈𝘮𝘢𝘺𝘢

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𝘠𝘰 𝘴𝘪 𝘵𝘦 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘰,
𝘈𝘮𝘢𝘺𝘢

Mi cabeza palpitaba con fuerza, sentía náuseas y estaba un poco mareada, la cabeza me daba vueltas, me dolía mucho la barriga, me pesaban los ojos y no tenía fuerzas.

Abría los ojos y fácilmente volvía a quedar dormida. La primera vez que lo hice la luz que entraba por la ventana resplandecía, la segunda vez aún seguía con la misma intensidad, y ahora no.

Sentía que habia perdido la noción del tiempo.

Con mucho esfuerzo baje de la cama, pero al intentar sostenerme con mis piernas estas fallaron, me sentía muy débil y aturdida.

Luego de momento, como pude me levanté.

Tenía un vago recuerdo de mi madre metiéndome a la cama, lo que me hacía preguntarme si ella habia vuelto. Con lentos pasos logré salir de mi habitación, y pude escuchar voces, voces que retumbaban en mi cabeza.

Logre ver a mi madre, charlando animadamente con Elena.

— Mi niña.

Rápidamente mi madre se acercó, llevándome con ella haciendo que me sentara justo a su lado.

La mire confundida y de la misma forma a Elena.

— ¿Cómo te sientes? Tu mama me dijo que estabas muy enferma y quise venir a verte.

¿Yo estaba enferma? Aunque me sentía fatal, no recordaba haberme enfermado.

Asentí lentamente, aun desorientada.

— Esta mejor, al menos ya está en pie, lleva tres días que ni siquiera podía levantarse de la cama.

¿Tres días? No tenía idea de lo que decía, ella no estaba presente, y claramente yo no estaba enferma, aunque puede que ahora sí.

— Bueno, me iré para hacerle una sopa, seguramente se sienta mucho mejor después.

— Es lindo de tu parte.

Mamá la acompaño a la salida, yo por otro lado no le podía quitar los ojos de encima. Algo andaba mal, ni siquiera tenía sentido que me sintiera así, estaba muy bien antes de irme a dormir.

Ella regreso y se arrodillo frente a mí, tomando mi cara entre sus manos y acariciándome.

— Me siento muy mal — apenas pude articular.

— Si mi vida, es porque estás enferma.

— No estoy enferma.

— Si lo estás Amaya. — Su tono de voz cambio drásticamente al igual que su expresión, pero luego volvió a ser dulce. — ¿Si no estás enferma como explicas que has estado en cama por tres días?

Fruncí las cejas.

— No es cierto mamá, ayer era viernes, y hoy es sábado — le explique.

— No tesoro, hoy es martes.

Yo sí te quiero, Amaya [COMPLETA✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora