Capítulo uno

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—¿Se siente bien, muchacho?

¿Se suponía que debía hacerlo? Miré la hora en mi teléfono. Este tipo había estado mordiéndome los pezones durante veinticinco minutos y realmente necesitaba orinar. Y encontrar un bocadillo.

Escuché su garganta aclararse.

Mierda. No podía permitirme el lujo de joder esto otra vez.

—Sí, eso se siente tan bien... —Puta madre. ¿Cómo quería que lo llamara? Alcancé mi cuaderno donde había estado anotando las fantasías más salvajes de perfectos desconocidos, y volqué mi vaso, salpicando de refresco todo lo que cubría mi escritorio.

Estaba usando mis auriculares inalámbricos y el chico de la tienda me había asegurado que mi teléfono era resistente al agua hasta tres millones de metros o algo así, pero lo agarré de todos modos antes de que el diluvio azucarado convirtiera mi teléfono en un desastre más difícil de limpiar que la última vez que me quedé dormido con él en la mano después de masturbarme. Probablemente debería haber guardado mi cuaderno en su lugar, porque inmediatamente se convirtió en un libro de basura marrón y empapado.

Escuché un suspiro desde mi teléfono, pero eso me preocupó menos que lo que no escuché en ese momento... el ruido húmedo de golpeteos con los que había tratado durante ocho horas al día durante la última semana.

El tipo había dejado de masturbarse.

Estoy muy despedido.

Miré las manchas de tinta, tratando frenéticamente de encontrar mi nota, despegando páginas húmedas que se disolvían en mis dedos. Maldita sea. Iba a tener que adivinar.

—Eso se siente tan bien —repetí, haciendo mi voz lo más ronca posible ya que después de cuatro días de hacer esto ya sonaba como un fumador de paquete al día—. Chico grande —añadí, rezando a los dioses de la desviación sexual que haya elegido correctamente.

—¿Cómo me acabas de llamar?

Ups.

—Quiero decir... —Dios. Me trate de salvar a mi mismo—. ¿Pastelito semental? —Hubo un tiempo de silencio antes de que lo intentara de nuevo—. ¿Panquequito?

Mi teléfono emitió tres pitidos y luego la pantalla negra de la llamada desapareció y yo estaba mirando el fondo de mi teléfono: una foto de Junmyeon y yo en una fiesta de fraternidad. Lamentablemente, eso significaba que el chico-grande- pastelito-panqueque había colgado. También significaba que estaba en un maldito problema.

Le envié un mensaje a Junmyeon.

'Uh, puede que haya perdido a otro'.

Traté de limpiar más de la catástrofe azucarada y esperé a que me devolviera el mensaje, pero en su lugar su cara apareció como una llamada entrante. Tal vez podría fingir que mi teléfono fue robado por una manada de vampiros errantes en el tiempo transcurrido desde que le envié el mensaje hace dos segundos.

Suspiré. Nunca se lo creería. Ambos sabíamos que los vampiros no podían sobrevivir a la luz del día.

—Heeeeeey, amigo. ¿Cómo te sientes?

—Como la mierda —dijo Junmyeon con la voz ronca—. ¿Qué quieres decir con que 'perdiste a otro'?

—También suenas como una mierda. ¿No deberías estar descansando o algo así?

—Estaba descansando. —Esperé mientras tosía al menos un pulmón—. Entonces me dijiste que habías perdido a otro de mis clientes.

Me quejé. —Te dije que no iba a ser bueno en esto.

Call me baby|| ChanSoo [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora