Capítulo 01: El Encuentro con las Manobal

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El calor del verano abrazaba al condado El Dorado donde Jennie Kim había decidido comenzar de nuevo. El aire olía a césped recién cortado, y la luz del sol caía en rayos suaves sobre el parque central. Jennie paseaba por ahí con un libro bajo el brazo, buscando un rincón tranquilo donde poder sentarse y perderse entre las páginas. Sin embargo, el destino tenía otros planes.

No muy lejos, dos jóvenes destacaban entre la multitud. Una, con el cabello oscuro y una sonrisa dulce, parecía irradiar una tranquilidad serena que envolvía a todos a su alrededor. La otra, más menuda y con una energía vibrante, saltaba de un lado a otro, incapaz de quedarse quieta. Ambas parecían opuestas, pero había algo en ellas que las unía de forma natural, casi magnética.

Jennie no pudo evitar sentirse intrigada. Caminó hacia ellas, consciente de una sensación extraña en su pecho, como si algo importante estuviera a punto de suceder.

—Hola —dijo Jennie, con una sonrisa tímida—, ¿puedo sentarme aquí?

La joven de la sonrisa tranquila asintió con un gesto amable.

—Claro, hay espacio de sobra. Soy Lisa, y ella es mi hermana menor, Priya. —Lisa hablaba con una calma que contrastaba con el nerviosismo de Jennie, pero había algo en su mirada que la hizo sentir instantáneamente cómoda.

—¡Priya! —corrigió la menor con una risa brillante—. Ella siempre me llama Priya, aunque mi nombre completo es Pranpriya, pero me gusta más como suena solo Priya.

Jennie se rio suavemente, notando la dinámica entre las dos. Priya era una pequeña tormenta, inquieta y llena de vida, mientras que Lisa era como un lago en calma, alguien que irradiaba una tranquilidad profunda. Era fascinante observarlas juntas, ver cómo las diferencias entre ellas creaban una especie de equilibrio perfecto.

A medida que las horas pasaban, la conversación fluyó naturalmente. Jennie se encontró compartiendo historias sobre su vida anterior, sus sueños, y cómo había llegado a esa pequeña ciudad buscando algo diferente. Las hermanas Manobal también hablaron sobre su infancia, su amor por el arte y la música. Lisa hablaba de sus sueños de viajar por el mundo, mientras que Priya parecía más enfocada en vivir el presente, disfrutar cada segundo.

La tarde se convirtió en noche, y cuando finalmente se despidieron, Jennie ya no era una extraña. Había encontrado algo que no esperaba: amistad. Sin embargo, no podía ignorar la forma en que su corazón latía un poco más rápido cada vez que Lisa la miraba o le dirigía una sonrisa.

Los días se convirtieron en semanas, y la amistad entre Jennie y las hermanas Manobal floreció. Pasaban las tardes juntas, explorando los rincones ocultos de la ciudad, riendo y soñando con lo que el futuro podría depararles. Pero mientras Priya siempre estaba llena de energía, Jennie se daba cuenta de que había algo diferente en sus momentos con Lisa.

Con Lisa, todo parecía más intenso, más real. Podían pasar horas en silencio, solo disfrutando de la compañía mutua, y aun así, Jennie sentía que se comunicaban de una forma que no necesitaba palabras. Había una conexión entre ellas que iba más allá de la amistad, algo que Jennie no había sentido antes.

Un día, mientras caminaban junto a un arroyo escondido, Lisa se detuvo y miró hacia el agua. El sol de la tarde reflejaba en sus ojos, dándoles un brillo dorado.

—¿Alguna vez has sentido que estás exactamente donde deberías estar? —preguntó Lisa, rompiendo el silencio con una voz suave pero cargada de significado.

Jennie se detuvo, pensando en las palabras. Miró a Lisa, y por un momento, el mundo a su alrededor pareció detenerse. Ese era el momento en el que lo comprendió. No era solo amistad lo que sentía por Lisa. Era algo más profundo, algo que había estado creciendo dentro de ella desde el día en que se conocieron.

LA EX DE MI MADREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora