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Renjun estaba algo molesto con su pareja, puede que sea por el efecto retardado que posee el mismo o por la torpeza a la hora de pillar indirectas. Desde temprano, cuando ambos se quejaron en la cama por los llantos coléricos y asustados de uno de sus bebés, habían dado por sentado que no tendrían un día de paseo y que el tiempo era propenso para descansar en su hogar... si sus retoños permitían aquello, claro está.

Pero Renjun estuvo lanzando un millón de miradas sutiles e insinuantes, anduvo gruñendo por los pasillos como un cachorro enfurruñado repitiendo una y otra vez la molestia que le causaban sus colmillitos, por no contar la de veces que se plantó al lado de su pareja y le dijo que quería una solución.

Jeno ignoró todo aquello casi sin querer, Renjun nunca se especializó en ser directo.

La hora de trabajo del vampiro llegaba después de comer, tenía una corta jornada detrás de cámaras y otra que se resumía en él dando las noticias desde el despacho con sus trajes negros y sus corbatas de ositos.

Solía dejar la puerta cerrada por el ajetreo continuo de sus tres cachorros y es normal verle hiperventilar cuando Renjun se cuela en la sala a tomar algo o a decirle algo. Existían reglas en su hogar y una de ellas era no interrumpir la grabación de Jeno bajo ning a circunstancia, pero el pequeño Omega de cabellos castaños siempre hace caso omiso y pasa de todas maneras. 

Si ya de por sí era común saltarse esa regla, Renjun añadía dosis de molestia y decepción ese mismo día, por lo que todo aquello hizo mella en él, haciéndole llegar al despacho de Jeno con su mejor mueca de inocencia.

Se suponía que Jeno estaba molesto con él desde la tarde anterior, pues el Alfa alardea que ahora le falta un trozo de titán. 

Anduvo bufando y gruñendo por todo el camino, diciéndole que sería buena idea visitar un médico para arreglar el problema, Renjun se mofó sugiriéndole que tal vez debería comprar tiritas de corazoncitos y darle mimos para que se irguiera una vez más.

Ah, es que ya no se le para.

-Nonoo... -Susurró.

Jeno pasó saliva y mantuvo sus ojos negros en la lente de la cámara, recio a obedecer a su pareja.

-Jenoo-ah... -Repitió y echó un corto vistazo al pasillo, sus rechonchos bebés estaban muy entretenidos peleando por un juguete así que no les importaría si su papá salía de su campo de visión por un par de minutos― Jeno... -Musitó alzando un poco más la voz.

El corazón del Alfa comenzó a bombear con intensidad bruta, llenando sus arterias y venas con sangre que dejaba de circular en su rostro, volviéndolo rojo y marcando mucho más las venas de la frente. Renjun juraba a ver visto el tic nervioso en el ojo derecho de su bonito esposo y eso le hizo reír desde su sitio.

-Vendrás a buscarme, manco.

Y cerró la puerta con fuerza. 

Llegó al lado de sus tres vampiritos bonitos, enternecido por sus reacciones chillonas al verle asomarse. Pero lastima que a él le vean como el portador de comida y el reproductor de las mejores nanas de cuna. Jeno se lo explicó muchas veces, los pequeños tenían su sangre y eso hacía lógicos algunos de sus comportamientos repulsivos cuando comparten momentos que para el Omega son lindos.

Los vampiros son seres desamorados con sus padres y con su familia en general, solo desarrollan sentimientos de amor y aprecio cuando tienen conciencia y son capaces de pensar individualmente, guiándose por el trato y el amor que reciben de personas ajenas. Así que sus padres tienen la obligación de amarlos aún si el sentimiento no es recíproco.

Aún con esa información, Renjun quiere pensar que ellos heredaron también parte humana y no todo se lo llevaron del blandengue fantasmal de su esposo.

Heeseung era un bebé muy celoso y resentido, solía ser el más llorón cuando se trataba de esperar por comida, físicamente se parecía más a Renjun que a Jeno, solo que el tono morenito del Omega no se llegó a dar por la pigmentación blanquecina que le otorgaban los genes de Jen. No le gustaba el baño compartido con sus hermanos porque ellos amaban patalear en el agua y dar manotazos para hacer salpicar toda el agua posible, sin embargo dormir en compañía de los otros dos era su parte favorita del día.

Jungwon era el bebé del medio, el que nació después de Heeseung y antes de Beom. Desde que tiene uso de conocimiento, Jungwon aprendió a usar el chantaje y el llanto para conseguir todo aquello que quería. Cuando probó por primera vez las papillas de frutas y los purés de verduras amó esa forma de alimentarse y a sus nueve meses ha ignorado comer desde la teta de su padre pues le parece más emocionante sentarse junto a los mayores en una mesa mientras le dan de comer.

BeomGyu era el más pequeño de los tres porque aún no aceptaba que debía remplazar el pecho por papillas y purés, tenía pequeños dientes y ahora se vengaba cuando querían separarle de Renjun, haciendo daño al Omega que se plantea dos veces la posibilidad de no darle pecho y obligarle a comer otra cosa. A pesar de ser más pequeñito que el resto, es el más valiente a la hora de intentar andar, sus regordetas manos se agarran de cualquier superficie alta para darse impulso y echar a andar.

Los trillizos Lee no se parecen ni físicamente ni en su personalidad, cada uno es diferente y, aunque heredaron características físicas de sus progenitores, tampoco comparten un carácter similar a ellos.

-¿Qué querías? -Jeno llegó al salón casi veinte minutos después, pillando al pequeño Omega con uno de sus bebés en su pecho.

--Arrancarte el trozo que te queda. —Se mofó el omega ignorándole.

-Ja ja... —Algo resentido se sentó a su lado tomando a uno de los trillizos como rehén - Solo yo puedo darte más de estos. -Dijo altanero refiriéndose a los tres cachorritos de vampiro.

Renjun hizo un sonidito y no dijo nada más, ignorándole.

Tuvieron que pasar un par de minutos, unos cuantos comentarios de parte de Jeno fueron lanzados para querer iniciar una conversación con el estoico omeguita que amantaba al bebé sin intenciones de hablar con él.

-¿Sabes si Donghyuck vendrá esta noche? -El otro alzó una ceja. Jeno sabía jugar.

-No sé. -Soltó con simpleza.

-Le llamaré. Un asentimiento de cabeza le indicó que le daba igual—¿Por qué no le llamas tú? Es tu mejor amigo, siempre hablas con él de todo-

-Ya le dije que te estropeé el pene, no sé si quieras cenar con él sabiendo que tiene en la mente la imagen de tu hombría flácida y masticada.

Jeno relamió sus labios finos. Cinco segundos después se fue a su despacho con BeomGyu.

No solían pelear ni discutir, ni llevar todo al punto de volver sus estancias comunes a la incomodidad, pero ambos coincidían en que jamás hablarían de manera incoherente frente a los tres bebés. 

Así que cuando Jeno entendió que de su boca podía salir algo brusco, se marchó llevándose a uno de sus cachorritos.

Antes resolvían sus problemas en la cama, puede que no sexualmente, pero acostarse uno al lado del otro, hablar por turnos, expresar sus sentimientos, dar sus opiniones, callarse y meditar era lo más sano que tenían para arreglarse.

Porque el día que solucionaron un ataque de celos de manera sexual, acabaron con tres bebés en camino.









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"𝐁𝐔𝐍𝐍𝐘 𝐁𝐈𝐈𝐓𝐄𝐒𝐒" I 𝐍𝐎𝐑𝐄𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora