ANIVERSARIO II

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Taehyung había tenido una larga espera, pero esto era ridículo. Más de dos horas y media solo para ver a un doctor, luego otra hora para radiografías, y ahora estaba de vuelta en el lobby esperando otro poco para ser llamado para escuchar lo que decían los rayos X. Al menos una buena enfermera le había dado algo de hielo para la hinchazón. La batería de su teléfono se estaba agotando por lo que se vio obligado a leer los números atrasados de una revistilla de chismes.

El lugar se había reducido en las últimas horas, las familias con niños habían recibido sus antibióticos y puntos de sutura y habían vuelto a sus fines de semana. La mujer mayor que había venido con el hombre en la silla de ruedas se sentó en una de las sillas cerca de él, hojeando nerviosamente una revista de jardinería. El hombre había sido llamado para una radiografía de tórax hacía un tiempo.

—Son tan lentos esta noche —parloteó la mujer, y le tomó un momento a Taehyung darse cuenta de que estaba hablando con él.
—¿Estás bien, cariño? Tengo algunas galletas si tienes hambre.

—Estoy bien. —Taehyung no estaba de humor para una charla trivial, pero su rostro incierto parecía decir que ella podría necesitar a alguien. —¿Qué hay de usted? ¿Necesita un café? Si va al lugar al final del pasillo, les diré a dónde fue si vuelven con su... su familiar —finalizó sin convicción.

—Mi esposo. Cincuenta años mañana. —Le dio una sonrisa cálida—. Y estoy segura de que Shin estará bien. Pero simplemente me quedaré aquí mismo, de todos modos.

—Cincuenta años. Vaya. —Taehyung parpadeó con fuerza, un extraño pinchazo dentro de su pecho ¿Seremos Seokjin y yo algún día? —Y qué horrible manera de pasar un aniversario.

—Oh cariño, cuando llegues a donde hemos estado, cada día es una bendición. Cada uno. Y ya veremos. Shin podría estar mejor mañana. Y podremos tener una buena cena con los niños y los nietos. Pero si no, tendremos un buen día, con él recuperándose de este resfrío. Crucemos los dedos para que no lo ingresen. Shin odia quedarse toda la noche.

—Apuesto a que sí. —A Taehyung se le hacía difícil visualizar tantos años con una persona, años de historias compartidas, casas, altibajos y familia. —Es agradable cómo lo cuidas. Estoy seguro de que lo aprecia.

Ella se rio de eso, una risa nítida y clara que sonaba décadas más joven. —Shin cuida de mí, tanto como yo de él. Hace una década, tuve mi susto con el cáncer, y él estuvo allí, en cada tratamiento. Y por supuesto, cuando perdimos a nuestro hijo en Iraq, él me sostuvo. Nos sostuvimos juntos.

—Lo siento. —Taehyung nunca sabía qué decir cuando alguien mencionaba una pérdida. Esta era una ciudad militar, y todos conocían a alguien que ya no estaba, ni un vecindario o círculo familiar estaba intacto. Pero para ser honesto, todos esos recordatorios lo que hacían era aterrorizarlo aún más de que algo pudiera sucederle a Seokjin, y que tal vez no llegara al año tres o cinco, mucho menos cincuenta.

—Está bien. Así es la vida. —Sonrió sabiamente—. ¿Qué hay acerca de ti? ¿Algún bebé en casa esperándote?

Taehyung tuvo que reírse de eso, incluso a través del recordatorio de cuán peligroso era el trabajo de Seokjin. —Solo dos gatos y mi...

Las puertas del vestíbulo se abrieron, y una ráfaga de aire caliente del exterior y un marinero cojeando, entraron. Este no era el centro médico naval, entonces el tipo tenía que ser... ¿Qué demonios? Taehyung tuvo que agarrar el brazo de su silla con su mano buena para estabilizarse cuando el hombre se volvió y un rostro familiar escaneó la sala de espera.

—Seokjin. —Porque realmente era él, con uniforme y todo. Seokjin. Allí. Luciendo enojado más allá de la creencia con los ojos entrecerrados y la boca cerrada en una fina línea y...

CASA (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora