Secretos - Sasuhina

Capitulo 2 - Maldito Traidor

El despertador sonó incansablemente como un verdugo que torturaba a su víctima con un chirriante sonido continuo y molesto. Sasuke tanteó con su mano la mesa de noche hasta hallar al maldito y benevolente aparato que aunque era una molestia, lo ayudaba a levantarse. Después de parar el sonido, se levantó de la cama y se dio un baño con agua tibia. La cabeza le dolía a montones, dudaba que el agua pudiera calmar ese dolor que era causado por la resaca que tenía. Suspiró al regresar a su habitación con la cintura envuelta en una enorme toalla de color blanco.

Se acercó a su clóset y se vistió con un pantalón casual de color negro, una camisa de seda roja y el blazer de color negro a juego con su pantalón, estaba sin abotonar. Se colocó sus zapatos, su colonia favorita de Dolce & Gabanna, y su cabello con un poco de gel para darle la forma que a él tanto le gustaba tener. Era un maldito egocéntrico, pero así se quería y se sentía bien. Sonrió para sí mismo en su espejo y bajó hasta el lobby de la gran mansión Uchiha.

—Buenos días joven Sasuke. ¿Va a la empresa?

—Sí Nana, ya sabes, no puedo dejarle a Itachi toda la gloria de llevar los negocios de la familia.

—Entonces… ¿no planea desayunar?

—No, tranquila haz lo que quieras hoy —Sasuke se acercó hasta la puerta y tomó las llaves de su auto —Sayonara Nana.

—Sayonara joven Sasuke —Despidiéndose con una reverencia.

Sasuke encendió su auto, y se propuso a conducir hasta la empresa. La jaqueca le estaba molestando y eso no ayudaba en bajar el dolor. Colocó un disco de Vivaldi en el reproductor de su auto con el fin de calmarse. Pasó una de sus manos por su frente, aunque se sintiera mal no le daría el gusto a Itachi de no ir a trabajar. Su mano bajó hasta su mejilla, y sin querer recordó la primera bofetada que había recibido en su vida por parte de una mujer. Una sonrisa socarrona se dibujó en su rostro.

—De tantas mujeres… justo la del Dobe. Hmph… pero maldición… no sabía que los gustos de Naruto fueran tan buenos. Al diablo, en esta ciudad hay mujeres que mueren por mí, no gastaré mis pensamientos y hermosos segundos pensando en ella. Debo recordar: la novia de mi mejor amigo debe ser como un hombre para mí.

El Uchiha sonrió de nuevo, por Kami-sama, él era Sasuke Uchiha. Era el chico más popular en el jardín de infantes, en la secundaria, en la Universidad, en el postgrado. Era un playboy adinerado a quien las chicas buscaban, él no tenía necesidad de buscar a nadie. Ninguna mujer se hacía la difícil con él. Que una sola lo hiciera no iba a derrumbar el rascacielos que era su ego, además de que era una chica prohibida al ser novia del único amigo real que ha tenido en toda su vida.

Dejó su auto en el gran estacionamiento del edificio Uchiha. Con total calma caminó hasta la oficina que era de su hermano mayor. Se percató de todas y cada una de las miradas coquetas que las mujeres que trabajaban en ese piso le ofrecían.

"Y así te das cuenta de que todas las mismas superficiales te siguen viendo Sasuke. Sigues siendo el casanova de siempre. Ahora arruinémosle el día a Itachi."

Sonrió haciendo suspirar a más de una, cosa que levantó un poco más su ego. Abrió la puerta que pregonaba el nombre de su hermano mayor en una placa de metal. Su plan era sencillo, molestaría a su hermano lo más posible hasta que le diera la oficina con mejor vista, una hermosa secretaria y bolas de arroz a la hora que quisiera. Entró a la amplia oficina decorada sutilmente, con colores rojos, blancos y negros tan distintivos del Clan Uchiha. Vio a su hermano sentado en su gran escritorio repleto de papeles, y pudo detallar que había una foto de su madre Mikoto. Algo sí que no podía negar, y era que Itachi amó y amaba a su madre y padre aún después de muertos, tanto que aunque no quiso estar al frente de la empresa, lo hizo por ellos.