Capitulo 3 - Inicia el Juego

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Las oscuras hebras del cabello azabache con toques azulados caían desparramadas en la almohada de un azul oscuro y en el impasible rostro de un somnoliento Sasuke Uchiha, quien recién se despertaba y ahora sólo compartía unos minutos más con su cama.
Ya había pasado algo más de un mes desde que había comenzado a trabajar con la Hyuuga. Y podía jurar que se le había hecho una jodida tortura. ¿Cómo? ¿Por qué? Simple, cada día la veía más hermosa que el día anterior. Y ansiaba cada noche que las horas pasaran más rápido para poder verla. Todos los días la miraba a ella trabajar en su escritorio, dibujar los planos con una extrema exactitud y belleza, la miraba hablarle y decir su nombre en esos rosados y provocativos labios suyos, se oía tan bien ese "Sasuke-san" que se le erizaban los vellos de la nuca al escucharla. Pero todo empeoraba cuando ella recogía su cabello, en un desordenado rollo, y liberaba sus hermosos pies de esos crueles zapatos. Y cuando se acercaba a él para hablar sobre cualquier cosa del proyecto podía percibir esos aromas que venían de su piel: sales de ducha, leche y miel con ligeros toques cítricos, que hacían una mezcla agridulce que lo volvían loco y terminaba siempre encerrado en la ducha con los pantalones abajo y su respiración agitada tratando de ocultar los gemidos.
Ella... Era un demonio disfrazado de santa e inocente. ¿Cómo podía siquiera ella ponerlo a él así? Y lo peor de todo era que lo hacía sin querer, y eso lograba ponerlo de cabezas y cabrearlo hasta lo sumo, sin contar lo jodido que estaba al saber que la chica que lo ponía a mil tenía novio y era su mejor amigo.
Maldijo entre dientes, no quería ir a esa mazmorra que era su oficina. Estaba cansado, cansado de fingir con ella, con Naruto. En el trabajo, él la trataba lo más distante posible, sólo ligeras conversaciones en lo referente al proyecto en el que estaban trabajando. Y Frente a Naruto, él hasta le daba ciertas sonrisas, sonrisas que denotaban una clase de amistad con hermandad cosa que era una total mentira, pues él sólo quería besarla hasta que se le desgastaran los labios. Pero joder que su vida era una porquería.
Se duchó con el desgano impregnado en cada parte de su piel, y al cabo de un rato iba en su automóvil camino a la oficina de los Uchiha. Estaba molesto, y se lo haría saber a todo el mundo.
Estacionó y con pasos suaves y largos entró a la gran empresa. Ignoró completa y rotundamente los saludos de todas las chicas que morían por él, dándoles malas caras a todas. Abrió la puerta de la oficina, y como siempre ella ya estaba ahí, con una jarra de café lista y con varios onigiris en un plato. Sabía que los hacía por él, era más que obvio que ella quería que se llevaran bien ya fuera por el Dobe de su amigo o por cosas de trabajo. Pero eso solo lograba arrugarle su corazón con sentimientos de ternura, que obviamente el pelinegro desechaba de inmediato.

–Uchiha-san, B-Buenos dias.

–...

Sasuke la miró, su azulino cabello estaba amarrado en una perfecta cola de caballo. Tenia una camisa azul turquesa que cubría todo su cuerpo para mala suerte del azabache. Llevaba una falda negra unos cinco centímetros más arriba de las rodillas y unas sandalias algo bajas. Lo había saludado con una sonrisa.

–Estuve revisando los planos que ha diseñado, y debo d-decir que us-usted es muy bueno!

–Hmph –"no le sonrías ni te alegres"– claro, me lo dice la chica genio del clan Hyuuga.

–Uchiha-san...

Hinata ya estaba cansada. Sí, eso, estaba cansada. ¿Por qué tenía que estar pasando por esto? Es decir, ella sólo quería trabajar en paz, compartir logros con su equipo, pero su equipo era Sasuke Uchiha: el mejor amigo de su novio, un chico guapo, sexy, con mucho estilo, reservado, inteligente y con talento, sí era cierto y ella no se mentiría, él le parecía atractivo, pero el tipo al mismo tiempo era un arrogante, engreído, egoísta, egocéntrico, pedante, se creía mejor que todo el mundo, y miraba al resto como plebeyos. Kami-sama era testigo de cómo ella había tratado de llevársela bien con él. Siempre le llevaba bolas de arroz y algunos tomates porque Naruto le había dicho que le gustaban. Había tratado de hablarle sobre cualquier cosa, y nada.
Algunas veces él la veía con una mirada extraña, como si ella en realidad no le cayera mal, pero 2 segundos después era tan frío y malvado como siempre. ¡Y estaba harta de esto!
No entendía nada, después de lo que ocurrió esa noche en casa de su rubio, era ella quien debería estar molesta con ese azabache por su comportamiento, pero no, era él quien se hacia la víssstima ahora. ¿Cómo arreglar esto? Quería llevársela bien con él por el bien de su paz mental y por su novio, pero este Uchiha le ponía las cosas difíciles. Pero no se daría por vencida.

Secretos - Sasuhina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora