I love you so | caché

Adiós

I'm gonna pack my things and leave you behind
This feeling's old and I know that I've made up my mind

Pov calle

La sensación de su voz diciendo mi nombre me recorrió la médula. Y aunque sintiera un nudo en la garganta y el alma destruida había tomado una decisión. Espera durante mucho tiempo cualquier excusa, y ella nunca fue capaz de darla. Estaba agotada de ella, de su ausencia, agitada de haber sudo todo y ahora no ser nada. Pase de largo, caminé a la que fue nuestra habitación y ahora era suya. Me pregunté de que le serviría una casa tan grande. Ella había mandado a la mierda nuestros planes de llenarla de pequeños, de tener perritos en el patio, ella había arruinado los futuros domingos de familia en dónde todos nos acostamos en la cama a ver alguna película o donde jugáramos juegos de mesa.

En su armario aún estaban mis cosas, puse mi maleta en su cama y comencé a guardar todo lo que me pertenecía.

— No lo hagas, por favor —. Susurró de forma casi inaudible desde el marco de la puerta. reí—Sé lo que hice, pero tiene una explicación y yo no puedo vivir sin ti Daniela, no puedo hacerlo.

— Es gracioso, porque durante meses estuve esperando cualquier cosa, iba a creer cualquier excusa, hasta la más tonta, porque te amo con locura. Pero ya no, no me importa lo que siento, no me importa que me esté quemando por dentro. Me voy, para siempre, porque ya no soy capaz de creer nada que venga de tí— Ella cayó al suelo, se miraba tan... perdida, por un segundo quise ir. Ponerme a su nivel, decirle que sin importar nada yo iba a estar ahí, que yo la iba a amar. Y aunque estaba segura que lo ibas seguir haciendo, que una parte mía le iba a pertenecer toda la vida. Ya no decidía luchar por ella.

— Fue él, James él, el fue —. Balbuceó. parecía fuera de sí, me preocupé, estaba jodidamente preocupada, pero no podía caer, porque si lo hacía ya no había vuelta atrás.

— Fuiste tú María José, no le eches la culpa, al menos se responsable de tus malditas infidelidades, de las noches que no llegaste, de toda es puta mierda

— Yo... no te fuí infie... Bueno, besé a esa chica, la primera noche que no llegué. El dijo que tenía que hacerlo, pero luego la miré a los ojos y no eras tú y la eché de la maldita habitación y yo... yo no podía seguir, no podía hacerlo. Sentía que...—. Su respiración era completamente errática.—Me metí todo lo que encontré, necesitaba olvidar esos labios que no eran tuyos tocando los míos, tocando mi cuello. Y no podía, tampoco podía sacarme de la cabeza las palabras de James. y después, no lo sé yo simplemente intenté caer, era el sexto piso, no podía ser tan grave. Pero no tuve la valentía, así como no tuve la valentía de enfrentar a James, así como no tuve la valentía de decirte la verdad. Pero ahora la tengo y ya no me importa nada más que...

— Te lo dije María José, no me importa lo que tengas que decir. Estoy harta de esto, no puedo seguir aquí. No puedo hacerlo

— Tres meses —. Comenzó a llorar histericamente, yo no decía nada, seguía haciendo la maleta. Durante más de 5 minutos solo se escucharon sus sollozos y su respiración errática mientras intentaba tranquilizarse—. Si no lo hacía te iba a provocar un accidente, tenías tres meses más de vida, me lo dijo. No podía hacerlo Daniela, Tenía que hacer que te fueras. Pensé que después de la primera vez lo lograría, pero no te fuiste y después yo te pedí que te quedarás. Fue estúpidamente egoísta, pero solo buscaba excusas para que te quedarás, aunque verte llorar todas las noches me hacía arder por dentro, era mejor a qué te fueras. Lamento solo pensar en mí

— Hubiera preferido vivir tres meses feliz, a toda esta mierda María José. Gracias por ser tan considerada.

— Yo no

— Tú no eres yo. Esa era una decisión que me correspondía—. Intentaba ser fuerte, pero me dolía el alma. Me dolía todo por dentro.

—Lo siento

—Yo también

—¿Por qué?, tú no hiciste nada, incluso después de toda la mierda, seguiste siendo perfecta. Seguías siendo la chica que amo con todo de mí

—Porque esperaba que tú volvieras a ser la chica que amo con todo de mí —. Eso último hizo que volviera el silencio. No había voces, pero está vez se escuchaban los sollozos de ambas. Y finalmente, el sonido de mi maleta cerrándose. Ella soltó un grito ahogado.

—No te vayas... Por favor—. Susurró lo último mientras se acercaba a mí. Sus pecas que me derretían, sus ojitos avellana que se miraban adoloridos e hinchados y que está vez estaban adornados por un contorno morado oscuro. Miré sus mejillas y su nariz, rojas por tanto llorar, y finalmente sus labios. Que a pesar de todo seguían teniendo ese maldito efecto en mí. No resistí, nunca podría hacerlo si se trataba de ella, de sus labios y la bese. La bese una última vez. Con lágrimas cayendo por nuestros ojos. Ella se aferraba a mi cuello y yo a sus mejillas, nos queríamos juntar, queríamos que de alguna forma mágica todo se reparará, quería volver a ser esa adolecente a la que solo le importaba amar bien a poché, a su poché. Quería agotar el aire en mis pulmones unas mil veces, quería estar años enteros así, con ella, porque sabía que era la última vez. Nos separamos, pero nos volvimos a unir, el indistinguible sabor a lágrimas. La última vez que lo sentí en nuestros labios fue el día de nuestra boda, dolía saber lo diferentes que eran las condiciones. Ella no me soltaba, me acercaba cada vez más a ella ,(como si eso fuera posible), pero no podíamos seguir. Nos separé, ella intento volver a enlazar nuestros labios pero no la dejé.