El mundo gira todos los días, todos los días va cambiando, y nosotros nos vamos adaptando.
Hay cosas que suceden porque tenían que pasar, otras por acciones pasadas que afectan al futuro, y otras porque nosotros decidimos hacerlas. No son buenas ni...
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Luego de la noche, el ciclo comenzaba a repetirse. La brisa de verano era acompañada de la entrada del sol, indicando un nuevo amanecer.
Akame despertó temprano, cómo era de costumbre, a contemplar la maravillosa naturaleza que la rodeaba. Volteó a su lado izquierdo, encontrándose con el Uzumaki que descansaba de forma gloriosa, como si tuviera años sin hacerlo. Sonrió al verlo de tal manera, pues le alegraba ver que su amigo estaba tranquilo.
Suspiró para seguido salir de la pequeña cabaña donde pasaron la noche, con la intención de mirar la bella mañana que era.
—Puedes salir —anunció acomodándose debajo de uno de los tantos pinos que la rodeaban.
De pronto, un pequeño zorro se acercó. Era un animal que conoció durante sus viajes, aquel estaba herido y ella lo ayudó, desde entonces su adorada mascota la seguía a casi todas partes. La azabache se le facilitó al saber invocarlo, pues Kakashi le había enseñado a invocar animales, como él lo hacía.
—Ven, Fuyu —nombró a su animal, que se acercó y acurrucó entre sus brazos.
La de ojos ónix lo acomodó para que estuviera cómodo y no molestarlo. Cerró sus ojos, recordando a su padre adoptivo; ella lo amaba con todo su ser, para ella, él también era su verdadero papá.
Abrió los mismos al darse cuenta como una lágrima caía por su mejilla. Con su mano libre, sacó la fotografía de la sesión navideña que aún guardaba en su bolsillo, para mirarla con nostalgia y tristeza. Su único deseo era que el Hatake la recordará, con eso se conformaba.
Tras minutos de mirar la imagen y sin dejar de acariciar a Fuyu, observó con detenimiento la decoración en su muñeca, pues era la pulsera que un día anterior Boruto le había entregado, en conjunto con unos lindos pendientes, que luego de ponérselos, se miró con el reflejo del agua. Sonrió al notar que combinaban a la perfección con los reflejos rojizos de su cabello.
Volvió a soltar un suspiro cerrándolos y recordando el día anterior, pues había sido un día pesado para ambos, en especial para el rubio.
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