III

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Al día siguiente llegaste al café pero yo estaba de espalda así que no te vi entrar, estaba leyendo cuando alguien tira un billete a la mesa, voltee al ver que eras tu, me puse muy nervioso y pregunté «¿por qué me das esto?» tu me miraste por unos segundos y dijiste «vi cuando le pagaste mi café al chico, no tengo porque deberte un café, no lo necesito» te volteaste y saliste del local.
Tal vez debí haberme molestado por tu comentario en vez de sentirme más emocionado de qué me hablaras, tal vez así nada de esto hubiese pasado, tal vez no me hubieses roto el corazón.

Caitlyn.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora