Xiao Zhan estaba aburrído, su padre hablaba y hablaba y seguía hablando de como el debía ser más amable, más sumiso, más complaciente con su futuro esposo pues el los sacaría de ese agujero en el arrecife para llevarlo a vivir con el a nuevas y tranquilas aguas del caribe, pero el necio tritón no quería ser así, el era rebelde, curioso, aventurero.
Así que aprovechando que sus padres salieron a buscar algunos alimentos, movió la roca que servía como protector para los tiburones y nado hasta el océano abierto, se maravillo de ver tanto, animales que el no conocía y muchas especies distintas de plantas acuáticas, también habia más como el, familias enteras nadando de un lado a otro con sus crías en completa libertad eso era lo que el quería ser libre de ir y venis a su antojo por el ancho mar.
Paso unos días de locura, comiendo lo que cazaba, conociendo otros clanes de sirenas con costumbres distintas a las suyas, se enamoro de unos gemelos que nadaban cerca de su madre, está les tenía paciencia, no importaba que se alejarían un poco siempre y cuando regresaran cada cierto tiempo hasta donde ella sacaba estrellas de mar del fondo del lecho marino.
Pero esa misma noche la sirena Xiao Zhan entendería por qué su clan tenía reglas estrictas sobre el dejar su territorio en solitario, unos peces nada comunes llegaron hasta ellos con unos trajes extraños que se pegaban a su cuerpo, el se acerco hasta ellos con la curiosidad que lo caracterizaba detras de el los chicos con los que jugo los últimos días y de pronto.... Nadaaaa solo obscuridad, gritos y la nada, la inmensa nada.
Wang Yibo era un rico magnate, había vivido toda su vida solo, sus padres vivían viajando como almas libres, el y su hermano se independizaron cuando apenas eran adolescentes, aunque Yibo no era tan viejo como su hermano ambos parecían casi de la misma edad, con la única diferencia que Wang Zhuo Cheng tenía una familia desde hace ya un buen tiempo.
Su esposo se llamaba Liu Hai Kuan, tenían cuatro hijos todos ellos varones y los herederos de la familia que por ley dictaba que los hijos del primogénito, serían encargados de preservar el apellido,.así que Yibo no tenía tanta responsabilidad en ese asunto cosa que le daba exactamente lo mismo.
Presisamente hoy Yibo estaba muy cansado de vivir por vivir, de despertar cada mañana a no hacer nada, pues tenía todo para ser feliz pero nadie con quien compartirlo, así que bajo de su oficina, subió a su auto y manejo sin rumbo por la ciudad, hasta llegar aún barrio no muy conocido para el que nunca frecuentaba los barrios bajos de la cuidad, se oía algo animado el mercadillo improvisado así que para matar su desidia y aburrimiento se encamino hacia la bulla.
Ahí en plena calle tenían unas enormes jualas de metal, dentro de ellos tenían todo tipo de criaturas , algunas se veían en pésimo estado como si estuvieran muriendo, otras aún con ganas de luchar para sobrevivir gruñían, lanzaban zarpazos o chillaban con gritos de amenaza a todo aquel que se acercará.
Pero de todas esas extrañas criaturas hubo una que le llamo la atención, era una jaula acuática, dentro había una especie de sirena masculina, dos pequeños más pegados a su cuerpo, el chico era muy hermoso aunque se veía algo maltratado, su cara estaba magullado como si la hubieran golpeado pero a pesar de eso se veía que debajo de esos golpes era una belleza incomparable.
La parte inferior de su cuerpo era una especie de cola con escamas transparentes en tonos azules, su cabello negro estaba cortado en secciones dándole la apariencia de que lo habían sujetado tan fuerte de el que lo habían arrancado a tirones, los pequeños no se veían mejor de hecho uno de ellos tenía solo la mitad de este la otra mitad se veía como si hubiera sido rapada por alguna situación.
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Se acercó a la pecera gigante y uno de los niños pez dejo la seguridad del mayor para acercarse, puso sus manitas en el cristal, movía su boca como queriendo comunicarse con el pero no oía nada quizás si entrara a la pecera podría oír lo que el pequeño le decía, vayaaa parece que el demonio menor lo ha aceptado como su dueño.
Señor felicidades es el primer cliente que puede acercarse a esos diablos sin ser agredido, no se confíe tienen cara de angel pero en realidad son depredadores furtivos nos costó mucho cazarlos, el dueño de la criatura se acercó al hombre en cuanto vio que uno de los tritones se pegó al cristal para verlo más de cerca.