Cap. 36 - Mente Nublada.

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Era casi medianoche cuando los droides regresaron al Oasis. A pesar de la purificación del planeta, aún seguían los protocolos de descontaminación en la entrada. Sólo por seguridad, pues no querían correr ningún riesgo hasta que la polución estuviese completamente erradicada. Al atravesar las puertas, vieron a un costado al droide Doom, esperando pacientemente junto a Tova, quién se había quedado dormida tras la larga espera a esas horas de la noche. 

Doom: - Comandante. -

Ícaro: - Unidad Doom. ¿Qué ocurre? -

Doom: - La comandante Tova comentó que tenía un mensaje importante que darle. Pero parece que se quedó dormida. - El comentario era gracioso, puesto que los ronquidos de la pequeña eran claramente audibles. -

Ícaro: - Parece que tendremos que esperar. Unidad Alfa. Ayude a la unidad Doom y llévenla a su habitación. -

Alfa y Doom: - Roger. Roger. -

Entonces, Ícaro se quedó completamente solo en los largos túneles que conducían al interior de Oasis. Las largas noches eran bastante silenciosas en el refugio, y el droide ya estaba acostumbrado a tal silencio sepulcral. Solía usar todo ese tiempo para trazar estrategias y computar planes de acción o estrategias de batalla, pero no esa noche. Esa noche tenía algo que le daba vueltas en sus circuitos. 

Mientras caminaba por los oscuros pasillos, iluminados apenas por pequeñas luces LED cada cierta distancia, intentaba procesar todo lo que había ocurrido allá en el pequeño bosque. Incapaz de creer en dioses, magia, poderes místicos, brujería, o en la misma Fuerza, el droide intentaba con todas sus energías intentar entender lo que había pasado. El simple hecho de escuchar... más bien... "sentir" una voz en su interior carecía de completa lógica, y si bien conocía acerca de los Jedi y sus habilidades para manipular a lo que ellos llamaban "Fuerza," en todos los registros se mencionaba que los Jedi debían estar presentes para ejecutar tales hazañas. Pero en ese pequeño rincón del bosque no había nadie, y podía estar seguro de eso. 

Sin darse cuenta se encontró a sí mismo en las calles del Oasis, vagando como un alma errante en el sepulcral silencio de la noche. La mayoría de los orgánicos dormían, y solo los droides se mantenían en funcionamiento cumpliendo sus labores rutinarias. 

La puesta en marcha de las dos fábricas droide le permitieron comenzar con una producción mínima de droides de combate. Aunque algo mediocre comparado con las impresionantes fábricas de Geonosis o Mygeeto. Pero al menos podían disponer de una dotación decente de droides de batalla B1 y B2. Algunas unidades comando y un par de droide tácticos. No eran mucho, pero podían fácilmente conformar un ejército funcional incluyendo una unidad de operaciones especiales. 

Pero no era suficiente. Si querían tener la menor posibilidad de derrotar al Imperio, debían extender su red de fábricas e intentar recuperar los planetas del borde exterior donde la hegemonía imperial no tenía tanta fuerza. Además, necesitaban encontrar colaboradores y otros dispuestos a unírseles a su causa. 

Pasados unos minutos de reflexión, se encontró a sí mismo en las puertas de la cabina de control de todos los droides de Gweri. Una modesta instalación subterránea de la cual se alzaba una antena hacia la superficie. Una instalación modesta, pero completamente funcional y preparada para cumplir su tarea como era debido. Se acercó y la puerta se abrió automáticamente, mostrando en el interior una modesta cabina de control con decenas de pantallas de diferentes lugares del Oasis e instalaciones en el planeta. Y allí se encontraban solo dos individuos, a pesar que había un total de ocho asientos vacíos. 

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