Había una vez un joven llamado Alexander que estaba enamorado del prometido de su hermana. Alexander se enamoró de la belleza y la calidez de los ojos azules de el joven y su voz tranquila lo llenó de paz. Pero su amor por él era un amor no correspondido, y esto comenzó a afectar su salud. Alexander tosía con fuerza y expulsaba pétalos de flores cada vez que se acercaba a él.
Desesperado, Alexander consultó a un médico, quien reveló que su mal era conocido como Hanahaki y que solo había dos formas de curarlo: o bien una operación para extirparle sus sentimientos por el prometido de su hermana o que él lo amara en reciprocidad. Sabiendo que la segunda opción era imposible, Alexander tomó la difícil decisión de mantener su amor en secreto y soportar el dolor.
Pero la situación empeoró el día de la boda, cuando Alexander comenzó a sentirse gravemente enfermo y vomitó un capullo de flor. Escondido dentro del baño, escuchó los sollozos de su madre, quien había descubierto su enfermedad. Alexander entregó unas cartas a su madre, pidiéndole que se las diera a su hermana y al esposo después de su luna de miel.
Durante la ceremonia, Alexander intentó mantenerse firme, pero se desmayó en el pasillo. Solo pudo escuchar el sonido de su nombre mientras se desvanecía. Antes de partir para siempre, Alexander le confesó su amor al prometido de su hermana, viendo cómo las lágrimas inundaban sus hermosos ojos azules. Con esas últimas palabras, Alexander cerró sus ojos para siempre.
Desde entonces, se dice que cada 14 de febrero, los jardines de la casa de la familia de Alexander se llenan de hermosas flores rojas en honor a su amor inquebrantable y su sacrificio por amor. La gente dice que si alguien visita el jardín esa noche y sus intenciones son puras, puede escuchar los susurros de Alexander y ver a su alma en la forma de una hermosa mariposa roja revoloteando entre las flores. Y, aunque triste, la historia de Alexander inspira a las parejas de todo el mundo a amar con valentía, aunque a veces eso signifique sacrificio.
