Capítulo 4

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Amalia

En cuanto llegamos a casa, me despedí de Oris asegurándole que estaríamos bien, aunque no hacía falta decir que yo estaba más preocupada que ella.

Me encargué de limpiar lo más cuidadosamente posible los golpes y raspones de Avery, y también de prepararlo psicológicamente para cuando se viese en el espejo mañana, aunque él parecía estar en otro mundo

Evitaba a toda costa hacer contacto visual conmigo, no lo presioné, de seguro necesitaba su propio espacio y de si mismo.

Le preparé sopa—léase: calentar en el microondas el poco que quedaba en la nevera que mi mamá había preparado—Se lo llevé, y luego de insistir unos largos minutos, sedió a beberla

Ya marcaban las 07:32pm y Alexander no llegaba, mamá debía de estar en la florería y Paúl en su nuevo trabajo: lo habían contratado de cocinero en uno de los restaurantes más concurridos de la zona, lo que quiere decir que estará trabajando mucho, pero al menos, con buena paga

Logré convencer a Avery de que lo mejor sería que descansara, y gracias al señor que está aya arriba, Avery me obedeció. Aunque quería bombardearlo con preguntas y saber que pasó, lo mejor sería que descansara por hoy

Y yo por otro lado, decidí que era hora de una buena ducha, así que tomé lo que necesitaba y me encerré en el cuarto de baño

Cuando salí, ya vestida con mi pijama de la noche anterior y con una toalla para secarme el cabello húmedo, la puerta de la casa se abrió y desde mi posición pude ver como Alexander atravesaba la entrada con todo su esplendor

No perdería mi oportunidad de obtener información, así que lo intercepté en medio camino hacia su habitación

—Tú—lo señalé acusadora—¿Me dirás que pasó?—y puse mi mejor cara de gato magullado

Pero el muy hijoeputa me miró como una mosca insignificante y siguió su camino, pasando de mí épicamente

Me sentí indignada

—Oye no me ignores—insistente era mi segundo nombre—Por favor

—No pasó nada—respondió tanjante—¿Dónde está Avery?

—En vuestra habitación durmiendo, supongo

No me respondió y envolvió su mano al rededor de la perilla de la puerta de su habitación para abrirla, y en ese momento me di cuenta del  estado de sus manos: tenía las manos con un poco de lo que debía de ser sangre seca y los nudillos desgarrados

—¿Te peliaste Alexander?—pregunté lo que debía de ser obvio, pero aún así, sus manos parecían ser las únicas afectadas

—¿Qué tú cres Amalia?—dijo cómo si yo fuese idiota

Puf, idiota él

Abrió la puerta con toda la intención de ignorarme—otra vez—pero yo fui  más rápida y envolí mi mano alrededor de su muñeca. Él se detuvo para mirarme con cara de pocos amigos, abrió la boca para decir algo, pero ahora fui yo quien lo ignoré

—Ven—lo jalé para que mi siguiera y gracias a diosito que lo hizo voluntariamente, porque una minion como yo, no podría con un póster como él

Lo llevé de regreso al baño donde yo había salido, no necesitaba ver su cara para saber que debeía ser todo un poema, sin entender un carajo. Solté su muñeca y puse ambas manos sobre sus hombros y lo impulsé hacia abajo, haciendo que se sentase sobre el excusado

—¿Pero qué haces?—la duda estaba reflejada en las facciones de su rostro. Pero lo volví a ignorar

Abrí la puertesita del espejo del lavamanos y saqué el botiquín de primeros auxilios, mi mamá lo había comprado hace un tiempo, ya que yo tenÍa un serio pacto de amor eterno con el suelo.

CAOS [Verdades Ocultas] (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora