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¿Voy a morir hoy? creo que oigo voces de algún lado ¿Dios eres tu? eso sería exagerado. Solo...le eché encima agua sucia, sí, claro.
Ay.
Eso no mostraba ser mejor. Solo afirmaba una mala situación, pésima situación. Los ojos azules del hombre cada vez se hacían más oscuros, y no de manera excitante, en su momento la confusión se transformó en algo más. Los músculos de sus brazos se tensaron. Ni siquiera fueron sus ojos que me mostraron su descontento de forma abierta quienes casi me hicieron desmayarme ahí, sino su voz; una corta, directa y gruesota voz.
Me puso los pelos de punta. Y tal vez otra cosa.
—Esto es increíble.
Porque la reconocía.
Su tono bajo y vibrante. Firme a pesar de ser un murmuro, y directo en pocas palabras. Ahora me hablaba a mí mientras que en mi cabeza no sabía cómo reaccionar de manera más correcta que inclinándome, hasta que las puntas de mi cabello casi tocaron en suelo.
—Perdón. No fue mi intención —Mientras me disculpaba, en mi cabeza tenia mil formas de recriminarme por semejante acción que había hecho ante él —Yo le pagaré la tintorería. Todo a mi costo. Si quiere déjeme algún número para contactarlo y yo lo haré. Se lo prometo, no era mi intención que pasara esto.
Bueno, ahora si estaba temblando.
Cerré mis ojos con fuerza sin tener la voluntad de verlo a la cara. Pero era imposible no imaginar sus ojos recriminándome, acechándome en mi cabeza mientras soportaba hasta que terminara esto, o hasta que me reconociera. La sola idea de la situación en la que me encontraba me hacía cerrar los ojos con más fuerza, tratando, y aun sabiendo que sus ojos azul claro no desaparecerían así, porque sí.
Solo tenía que esperar a que hablara.
—Está muerta.
Solté un grito interior, y no de alegría, cuando sentí su mano en mi hombro, empujándome a verlo.
No quería. Si existiera una forma de detener semejante acto tomaría ese camino, aun si fuera necesario comer cerezas para ello.
—Candidiana, está muerta ¿Lo sabe?
La voz de Alaska llegó de sorpresa a mis oídos, y levanté mi cabeza logrando ver entre mis mechones como su mano estaba en mi hombro, y como su boca se encontraba cerca de mi oído.
—Concha de su...—De un salto me alejé de ella. Y busqué entre el pasillo al hombre, solo encontrando que estábamos únicamente las dos —. ¿Y el hombre?
—Ah, se fue hacia el cambiador. Cuando te inclinaste pidiéndole perdón, desesperadamente, se fue de inmediato.
—Entonces fuiste tú quien me susurró... —Llevé una mano a mi corazón —Vale verga. Casi me das un ataque al corazón.
—Si...—Su cabeza miró hacia atrás en tanto me ayudaba a enderezarme. Cuando Alaska volvió su cabeza, esta me miró a los ojos, había preocupación en ellos — Candidiana. Llevo un tiempo trabajando en la cocina, y conozco que muchas personas son principiantes, pero la cocina no es un lugar para mentes débiles y corazones caritativos. Aquí todos tratamos de sobrevivir —Tomé una bocanada de aire —. ¿Crees que a Bratt le importaría si te descubrieran botando su basura?
¿Bratt, quien?
Arrugué mi frente, pero ella solo me señaló la olla en suelo —Te vi, y conozco a las personas como él. ¿Crees que aceptaría algún error si te descubrieran? En esta cocina esa cosa es igual a cometer un delito, inocente o no, eres acusada según las pruebas. Esa olla es una. Lo bueno para nosotras es que somos friegaplatos. No tendrían razón para reprendernos, pero no conocemos con quien trabajamos. Y si con tal de quedar impunes, nosotros quedemos como los malos.
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¡Alerta Caramelos! | Chefs problemáticos #1
RomanceUna chica entre una ciudad. ¿Qué podría afectar la paz con la que se empieza? Tal vez el comienzo de desapariciones. Candidiana, apodada Candy; Es una chica que apenas a cumplido sus veinte, y que comienza su vida de adulto viviendo en el viejo depa...