Capitulo 5

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—Mi bienvenida es algo repentina. No estoy aquí para estrechar la mano con aquellos que me sujetan de la muñeca, pensando solamente en perjudicar donde mi deber es brindar apoyo. —Su boca hizo una ligera mueca, y sus ojos no tenían más que apartarse de Gunner —Se despedirá a Ramón con su debido respeto. Es todo lo que tengo que decir, no espero una bienvenida célebre, solo su colaboración en el trabajo. Que tengan buen día.

Y así, con una ligero inclinación de su cabeza salió de la sala, dejando en ella un enorme vacío.

Suspiré con alivio, y una sonrisa nerviosa cruzó mi rostro. Toquetee el brazo de Alaska a mi lado, dije:

—Además de habernos robado el espíritu, dejó el olor de su perfume. Aun huelo el infierno aquí. —Pero mi sonrisa se desvaneció al voltear a ver a Gunner. Abrí mis ojos, saltándome el corazón —Izquierda equivocada —Reí nerviosa —Es que soy disléxica.

Su entrecejo se frunció. Y después de unos segundos me di cuenta de lo que había dicho.

Quería llorar.

—Perdón.

Di un paso atrás cuando el brazo de Alaska se enredó en el mío. Y llevándome fuera dejamos a Gunner atrás.

Esto solo le puede pasar a Candy. ¡Candy!

—Alguien tenía que salvarte de tremenda pena.

Asentí, caminando junto a ella fuera de la sala —Admito que me estaba humillando sola. 

Me estrujé la cara con frustración.

—Este día iba bonito hasta ahora — Solté.

—Sí, ni siquiera nos explicaron mucho. Soltó todo así de la nada. ¿Cómo que robo? —Preguntó— ¿Pero, que era lo que robaron? Sé que tendrán su política, eso no evita que me dé curiosidad —Soltó un leve gruñido.

— ¿Ah? —Me devolvió una mirada, rara — Ah, sí. También eso.

— ¿Eh, Candy? —Me llamó — ¿Hay algo peor que una acusación flotante de robo? Porque me gustaría saber.

Solté una risa nerviosa. Palmee su brazo, tratando de calmar su curiosidad, o un intento de calmar mi ansiedad.

—No creo.

Ella murmuró en voz baja, deteniéndome a un lado del pasillo —Yo sí creo. Dime, Candy.

— ¿Puede ser después?

Sus ojos mostraron duda, pero asintió con comprensión — Está bien. Igual no hay tiempo. Ya entramos a horario laboral.

Le sonreí, agradecida.

Alaska era muy curiosa, pero en lo poco que sabía, ser invasiva no era parte de ella, respetando la privacidad. Trataba de comprender por encima de lo que creyera, y me agradaba que no me empujara a nada.

¡Alerta Caramelos! | Chefs problemáticos #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora