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"Las mañanas no son iguales desde unos meses, mi cuerpo ha sido pinchado tantas veces que ahora, me podria atravezar un cuchillo y no sentiría nada, nada...hace algunos meses sentia cosas, felicidad, enojo, tristeza, miedo...ahora simplemente, estoy flotando en una burbuja de soledad y aburrimiento, donde lo mejor que hago es salir al patio a disfrutar la paz de la naturaleza."

— Mejórate —el chico de gorro asintió y se puso de pie, sintiendo dolor en su brazo— MingRui —volteó para mirar al doctor antes de irse— Te curarás, lo juro, sé más positivo y créeme que lo lograrás.

El chico de ojos negros mantuvo su expresión seria y asintió antes de retirarse de la sala.

— MingRui, qué bueno que te encuentro. ¿Cómo te sientes? —la enfermera se colocó frente al chico de gorro, deteniendo su camino. A él no le quedó más opción que responder—

— ¿Cómo crees? Voy a descansar —respondió, sintiendo dolor en todo su cuerpo. Solo quería dormir y no despertar más—

MingRui ya deseaba pasar a "la otra vida", como decían muchos. No se veía creciendo, consiguiendo un trabajo ni mucho menos formando una familia. Según él, ya había pasado por demasiado y creía que sería mejor irse.

La enfermera asintió y le permitió irse a su habitación. Confíaba en Gou, ya que no era de los pacientes que causaban problemas, quizás debido a su condición.

Una vez en su habitación, MingRui se tumbó en la cama y contempló el techo, donde brillaban estrellas fosforescentes que su hermana le había llevado durante la visita. Según ella, eran para que se sintiera como en casa.

Ya no se reprochó más y, en cuestión de minutos, MingRui se quedó dormido, sumergido en un profundo sueño.



Fue despertado por una enfermera, era hora de ir a pasar tiempo en "la sala de entretenimiento".

Para MingRui, no tenía nada de entretenido, pero de todas formas fue, a regañadientes. No le gustaba ir a esa sala, no le gustaba sentarse y que los demás lo miraran con lástima.

"Vaya mierda...", pensó para sí mismo.

Una vez en la entrada, MingRui soltó las mismas palabras que decía siempre que estaba a punto de entrar.

— No, jódete, no quiero entrar ahí —dijo sin preocuparse de que alguien a su alrededor lo mirara o lo juzgara—

— Vamos, sé que encontrarás un pasatiempo divertido para hacer aquí —la enfermera intentó animarlo. MingRui solo rodó los ojos y respondió con las manos en los bolsillo—

— ¿De qué sirve buscar otro pasatiempo si la muerte está a unos pasos de mí? —la enfermera se agachó a la altura de MingRui y se acercó a su oreja—

— Si estás vivo hoy, MingRui, es por algo. Créeme que todos, incluso tú, son especiales —susurró en su oído—

Luego, la enfermera le dio un leve golpecito en el hombro y se alejó. Sabía que entraría después de decirle eso. Y como había pensado la enfermera, MingRui ingresó a la sala sin problemas.

Lo primero que captó la vista del chico fueron los colores y los papeles dispersos. Hacía tiempo que no dibujaba, pero el problema era que había otro chico sentado en la mesa.

A MingRui en realidad no le importaba mucho, solo quería pintar. Sin embargo, le molestaría si el chico intentaba entablar una conversación.

Decidió acercarse a una esquina de la sala donde había materiales de dibujo. Tomó un papel en blanco y agarró un lápiz. Miró de reojo al chico de la mesa y notó que estaba concentrado en su propio dibujo.

Eso le dio un poco de alivio.



MingRui se encontraba maravillado ante la presencia del chico que tenía delante. A diferencia de otras ocasiones en las que provocaba un pequeño alboroto, como lo sucedido con la enfermera, la gente solía acercarse y entablar conversación con él. Pero este chico era diferente.

ShuYang parecía vivir en su propia burbuja, tan absorto en su arte que no se percató de la presencia del joven frente a él. Cuando el castaño pintaba, el mundo a su alrededor desaparecía por completo.

Sin embargo, todo cambió cuando dos colores se le cayeron a los pies del artista.

ShuYang reaccionó de inmediato y levantó la mirada hacia el chico que tenía delante. Observó sus rasgos pálidos, apenas marcados por unas ojeras, su complexión delgada y su mirada gélida.

El artista se sintió nervioso al percatarse de lo perfecto que parecía aquel joven, mientras él mismo se veía como una mera sombra de sí mismo.

— Te estoy hablando —Le dirigió la palabra con algo de rudeza— ¿Acaso eres sordo o algo parecido? —Las palabras del joven de azul rompieron el hechizo que ShuYang había tejido a su alrededor—

— ¿Q-qué? —balbuceó ShuYang, aún nervioso por la penetrante mirada del chico—

— Pásame los colores que están a tus pies —exigió sin molestarse en pedir por favor, ya que MingRui apostaba a que aquel chico lo haría—

— Claro —respondió Yang, agachándose para recoger los dos colores y entregárselos—

Ambos continuaron pintando, aunque ShuYang no podía evitar distraerse con la delgadez del joven frente a él, seguro de que era objeto de admiración de muchas chicas.

Mientras tanto, MingRui sentía la mirada constante del castaño sobre él, preguntándose qué era lo que aquel chico buscaba.

— Si dejaras de mirarme, me harías un gran favor —esbozó una sonrisa sarcástica y volvió sus ojos a su dibujo—

Los ojos café de ShuYang se sonrojaron de vergüenza y bajó la mirada. Sin embargo, eran como un péndulo en movimiento, uno subía mientras el otro bajaba, el otro subía mientras uno bajaba, uno miraba mientras el otro no, y viceversa.

Hasta que finalmente sus miradas chocaron.

— ¿Por qué? —preguntó el chico de gorro, ShuYang lo observaba con una expresión llena de duda.

MingRui soltó un suspiro, sin saber por qué sentía ese impulso de hablarle a aquel chico delgado y castaño.

— ¿Por qué dibujaste ese árbol con granos de café? —El joven de la camisa bajó la mirada con nerviosismo para ver su dibujo—

—S-solía amar el ca-café —respondió, mientras el chico frente a él solo asentía—

—Y ¿por qué ya no lo tomas? Los médicos dijeron que no lo tomaras o que... —En ese momento, MingRui dejó a un lado su dibujo y solo se centró en la conversación—

Era extraño, pero sentía curiosidad por aquel castaño, además de que le resultaba familiar.

— Engorda —dijo el castaño sin titubear, y un breve silencio llenó el aire—

— ¡Qué va! El café es solo líquido, créeme cuando te digo que los líquidos no engordan —respondió Gou sin dudas en su voz—

ShuYang no sabía si debía creerle, pero sentía que lo que decía era verdadero.

Pero, ¿por qué aquel chico delgado se preocupaba tanto por no engordar, cuando parecía que el viento podría llevárselo volando?

— ¿De verdad? —preguntó el joven de ojos café, y MingRui asintió con seguridad, aunque no tenía pruebas que respaldaran su afirmación, estaba convencido de ello—

En los ojos de ShuYang, MingRui percibió un destello de curiosidad. El castaño despertaba en él un nuevo interés, tal vez había encontrado un nuevo pasatiempo: descubrir quién era realmente aquel chico.

— Soy MingRui —Se presentó, y ShuYang tuvo un pequeño tic en el ojo antes de responder—

— Soy ShuYang.

𝗪𝗛𝗔𝗧 𝗧𝗛𝗘 𝗙𝗫𝗖𝗞 - MG.SYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora