Dulce Verdad sólo está en Wattpad hasta el capítulo 10. La consigues completa en Amazon o Buenovela.
-Qué dices? -exclamó Theresa Livingstone mirando a su marido, que se encaminaba a su despacho privado con paso tranquilo mientras ella le iba detrás.
-Lo que oíste -contestó él-. Al parecer, esa hija tuya se presentó en la comisaría con Maurice Ramsay y convenció a todos de que está con él por pura voluntad... Y también los convenció de que no tiene ninguna deficiencia mental-. Theresa se sentó lentamente sintiendo de repente las manos frías.
-Y qué vamos a hacer? Esa estúpida se fue con ese hombre...
-No podemos hacer nada -dijo él rodeando el escritorio y sentándose en su enorme sillón de cuero-. Como dice el capitán de la policía, ella es bastante mayorcita y puede elegir con quien irse. Por otro lado, no creo que Ramsay quiera conservarla por mucho rato-. Theresa lo miró con ojos entornados.
-Se vengará de nosotros usándola a ella, y esa estúpida, estúpida, vino a caer justo en su trampa facilitándole las cosas!
-No puede hacernos nada... al menos no a nosotros. Por otro lado, ella... Bueno, cualquier cosa que le haga, se lo habrá buscado, y siempre podemos usarla para volver a intentar meterlo en la cárcel.
-Con Stephanie eso tenía sentido porque estaba casado con ella, pero esta tonta se ha metido muy seguramente en su cama sin un certificado!
-Entonces convenzámoslo para que se case -siguió Arnold con voz tranquila, abrió uno de los cajones de su escritorio y sacó de él un habano-. Es la única manera. Tal vez lo que no pudimos hacer hace siete años, lo consigamos al fin ahora... y el dinero de Ramsay me viene muy bien ahora, sabes?
Maurice llegó faltando quince minutos para las siete, y encontró a Abigail de pie frente al espejo del baño intentando atarse un colgante color turquesa a juego con su vestido, cuyas tiras se ataban en el cuello y dejaba a la vista sus pecosos hombros.
Ella había elegido un vestido que iba unos centímetros debajo de la rodilla, muy femenino y que resaltaba su figura, que si bien no era tan delgada como alguna modelo, dejaba muy claro que tenía todas las curvas de una mujer.
Era extraño, pero el parecido de ella con su esposa, aunque Stephanie era varios kilos más delgada, no le molestó ni le produjo repulsión. Cada vez se estaba reconciliando más con esta imagen y no pudo sino admitir que era un pobre condenado. Alguien en el cielo, o en el infierno, había escrito que su perdición serían las pelirrojas.
-Tienes problemas? -preguntó él, y ella casi dio un salto al escuchar su voz.
-Llegaste pronto -él sonrió y se acercó para ayudarla con el colgante. Ella se quedó quieta mientras él, a su espalda, cerraba la delicada cadena. Acto seguido, él besó su hombro, y ella cerró sus ojos.
-Te gusta... te gusta besar, y tocar.
-Sí, me gusta mucho. Si te casas conmigo, tendré derecho a besarte y tocarte todo lo que quiera, cuando quiera y como quiera... estarás bien con eso? -ella lo miró a los ojos.
-Quiere decir que sí te casarás? -él se echó a reír, y Abigail abrió grandes los ojos cuando lo vio quitarse la ropa. Pero él sólo se estaba preparando para entrar a la ducha; ella no perdió tiempo en salir y darle su privacidad. No entendía cómo él era tan liberal al mostrar su cuerpo. A ella le habían enseñado que ciertas zonas eran demasiado privadas, vergonzoso siquiera mirarlas, pero a él parecía darle igual andar por allí con una diminuta toalla ajustada a duras penas en la cintura.
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Dulce Verdad (Saga Dulce No. 3)
RomanceMaurice Ramsay arrastra consigo el peso de un duro pasado, un corazón roto, y la desconfianza hacia el amor y las mujeres... sobre todo, las mujeres. Sin embargo, ya es tiempo de una segunda oportunidad en su vida, y ésta vendrá con el rostro que él...