Capítulo 5.

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La cortina se cerró frente a nosotros y se hizo un largo silencio entre todos. Nadie se atrevía a romperlo, a hablar o felicitarse los unos a los otros, después de todo Michael acababa de echar a dos de la orquesta.

–¡Aquí vienen los familiares!

Gritó alguien en el fondo del escenario, aunque no pude ver quien, mi visión aún estaba un tanto borrosa ante el nerviosismo y la sorpresa de haberme visto tan capaz de enfrentarme con alguien como Adams.

Pronto el escenario se vio lleno de personas abrazando a sus hijos. Levanté un poco la vista y pude ver a James abrazando una mujer con el mismo cabello pelirrojo que él, delgada y bastante alta, con unos ojos azules un tanto saltones. Me sonrió y parecía ser un gesto de agradecimiento que me hizo sentir alivio por el haber vuelto y salvarle el lugar a James también, no podía imaginar la vergüenza de tener que decirle a su madre que después de todo lo habían sacado.

–¡Eso fue brillante!

Alguien me abrazó por detrás, me di la vuelta para encontrar a Richard. Lo abracé con la misma fuerza y le di un beso en la mejilla, su presencia de algún modo me hizo sentirme más tranquila al estar rodeada de toda aquella gente que unas cuantas horas antes me habían atacado.

–Gracias. ¿Dónde está Lucy?

–Se disculpa por no haber podido venir, le ha surgido un reportaje de esos raros, ya sabes, pero Tom ha venido.

¿Tom? Me dio muchísimo calor de pronto. ¿Tom? ¿Me había visto tocar? El pecho me latía con fuerza, no voy a negar que me había gustado, era guapo, doctor y sobre todo había sido una de las pocas personas en tratarme como a una mujer y no como a alguna criatura.

–¿Por qué está aquí?

La manera en la que lo había dicho sonaba más como un balbuceo que como una frase bien dicha.

–Le había dicho que sería tu presentación y cuando Lucy me canceló me sobraba un boleto y no sabía a quién traer. Por cierto, ¿de quién es esa chaqueta?

Abrí la boca para responder pero la misma persona que había hecho a los familiares pasar, volvió a gritar para pedirles que se retiraran.

La cortina se abrió de nuevo. Comencé a buscar con la mirada a Tom, pero las luces no me dejaban ver con claridad, hice una reverencia desde el piano, buscando verme lo más elegante posible por si Tom aún seguía viéndome desde el público. La sinfonía de aplausos me hacía sentirme un poco más viva, sobre todo ante la idea de que probablemente –o mejor dicho, con la esperanza de que- Tom estaba entre el público aplaudiendo también. ¿Qué me pasaba? Me pregunté a mí misma mientras el telón se cerraba de nuevo, ¿por qué me sentía tan atraída hacia él?

Todos comenzaron a moverse, James se acercó a mí para despedirse, lo abracé con fuerza. ¿Qué hubiese sido de mí sin el buen James?

Y en cuanto el escenario se vio completamente solo, me di cuenta de que aún tenía la chaqueta de Michael puesta, me di la vuelta para buscarlo pero choqué con el pecho de alguien, era él. Me miraba de una manera que me hacía sentir demasiada pequeña.

–Gracias por la chaqueta.

Mi voz era apenas un susurro que no pensé el logrará escuchar, pero sus ojos azules me habían robado la voz.

–Está bien, puede devolvérmela mañana.

–No, estoy bien, gracias.

Comencé a quitármela pero él me detuvo, su mano se quedó en mi hombro por unos cuantos segundos.

–Mañana, no quiero que su novio vea lo que esos chicos le han hecho.

Lo dijo con la mandíbula tensa, como si estuviese molesto. ¿Novio? Me quedé pensando de qué estaba hablando que no me di cuenta de que se había ido. ¿Eso había sido un reclamo?

Love Song.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora