Capítulo 37

517 60 14
                                    

Mi camino del baño a mi regreso hacia la realidad se había convertido en un paseo duro y doloroso. Escuchaba las risas de las personas a mi alrededor, el choque de copas de un brindis que se llevaba a cabo a unos cuantos centímetros de donde yo caminaba. Veía pero al mismo tiempo no reconocía lo que había a mi alrededor.

– Mademoiselle Sophie, ¿te encuentras bien?

Preguntó Antoine, mirándome a los ojos, ni siquiera reconocía sus preciosos ojos azules. Asentí con una falsa sonrisa en el rostro.

Michael no tardó mucho en volver también, aunque casi de inmediato se disculpó con todos para que él y Emily pudieran irse.

No me creo capaz de describir aquél momento, el momento en el que mi mirada se encontró con Michael antes de irse. Aun así, voy a intentarlo.

Mi corazón se sentía como el de una piedra, una piedra que provocaba que cada latido en mi pecho pesara, mis pies entumecidos, parecían moverse ansiosos, esperando el momento en el que la parte enamorada de mi cerebro les diera la orden de correr detrás de Michael, detenerlo y decirle que haber prometido lo que había prometido había sido un completo error. Yo lo sabía, mientras sus ojos me miraban de la misma manera que cuando nos habíamos despedido, yo sabía que no debía dejarlo ir... pero ya era tarde.

Sus ojos dejaron de mirarme y supe ahí que la esperanza había desaparecido de su ser también, ¡oh Dios! ¿Cómo podría recuperar algo como aquello? Me negué a mí misma tal pregunta, había hecho una promesa que aunque me doliera estaba dispuesta a cumplir.

–Antoine, creo que es hora de comenzar a hablar de negocios...

Recuperé la cordura para decir aquella frase, podía notar que el rostro tanto de James como de Antoine había cambiado. James me miro esperando una respuesta, pero solo me vi capaz de ofrecerle una sonrisa, había aprendido a través de los años que James siempre estaba preparado para mis historias locas, pero había entendido también que no podía llenarlo de estas como si fuese un bote de basura, además con aquella perspicacia suya era muy fácil que supiera siempre que era lo que me estaba pasando. Tal vez me había equivocado en elegir al amor de mi vida...

La noche transcurrió sin más carcajadas o ánimos de fiesta, el plan de escuela de música para niños sin recursos me pareció una idea excelente en la cual me anoté de inmediato. Antoine necesitaba a alguien que le ayudara a conseguir todo el financiamiento posible y también a alguien que le ayudará a hacer las relaciones públicas para el lugar, queríamos que todo aquel que lo deseara fuera bienvenido en aquella escuela y no sufriera lo que yo había tenido que pasar durante mis años de escolar, ni en la universidad.

Terminamos con dos besos en la mejilla y una despedida que sonaba a promesa de un mañana, mis ojos se movieron a través del restaurante, buscando el fantasma de Michael de entre las mesas, la mano de James en mi brazo me distrajo de aquellos pensamientos y con cuidado me ayudó a moverme entre el tumulto.

El camino en la limusina fue silencioso, quería llorar pero no encontraba el valor de hacerlo. Tenía un suspiro atorado dentro de mi garganta, un suspiro que amenazaba con salir en forma de un sollozo que provocaría el fin de todo.

–Conocí a alguien.

La voz de James sonaba tranquila, pero con cierto ápice de emoción, dejé de ver la tristeza de las calles mojadas y lúgubres de París para mirar los ojos ilusionados de James.

–¿De verdad?

–¡Claro! Ya no pueden verme solo contigo o van a pensar que estoy de acuerdo con la monogamia y todo eso.

–Ya... No sabes cuánto me decepciona escuchar eso

Los dos nos reímos durante unos cuantos segundos, aunque sabía que había algo más.

Love Song.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora