Los calambres eran normalmente tolerables, pero hoy se sentía como un verdadero infierno. Estabas acostumbrada a tener días malos con tu período, pero maldita sea, hoy ya te estaba pateando el trasero. Te levantas listo para ir a la oficina cuando te golpean aún peor.Queriendo aliviar el dolor tropiezas hasta tu cocina tomando un poco de ibuprofeno y bebiendo un vaso de agua. Te sientas en tu sofá esperando que el dolor desaparezca antes de recibir un mensaje de texto en tu reloj. Nada muy urgente, pero no podías concentrarte en el dolor que sentías. Así que le enviaste un mensaje a Lyla diciéndole que no te sentías bien y que trabajarías desde casa.
Lyla: *Vale, ¿Le aviso a Miguel que no te encuentras bien?*
R/N: * Nop, estaré bien, no te preocupes por eso.*
Lyla: *Entendido*
Dejando caer tu teléfono a tu lado, decidiste intentar volver a dormirte. Tu papeleo era lo último en lo que pensabas y además de salir con el jefe tiene sus ventajas.
-------------------------------------------------- --------------Miguel volvió a tu apartamento compartido esta noche más temprano que de costumbre. Lyla mencionó brevemente cómo decidiste trabajar desde casa ya que no te sentías bien. No estaba muy preocupado ya que sabía cuánto esfuerzo habías puesto en tu investigación multidimensional.
Bueno, pensó que estabas bien hasta que te vio llorando en el sofá, agarrando una almohada por tu vida. Estaba equivocado, se dio cuenta al cerrar la puerta del apartamento. Quitándose los zapatos y acercándose a ti.
"Mi amor", dice de pie en el marco de la puerta evaluando la situación. Luego muévete para agacharte frente a ti. Poniendo sus manos sobre tus rodillas mirando tus ojos hinchados tratando de averiguar qué es lo que te ha hecho enojar tanto.
"Yo-yo, Miguel, mis calambres son tan fuertes en este momento. Siento que alguien me está torturando desde adentro". Te las arreglas para salir antes de doblarte de dolor otra vez.
Las lágrimas seguían corriendo por tu rostro, lo habías intentado todo. Medicamentos para el dolor, una almohadilla térmica, incluso intentaste un entrenamiento abdominal. Lo miras buscando en su rostro algún tipo de respuesta a todos tus problemas actuales. En lugar de su rostro normal en reposo, te encontraste con él sonrojado y con cierta mirada en sus ojos.
"¿Para qué es esa cara?" preguntas desconcertado por el por qué se sonrojaba.
"Nada, solo sé algo que podría ayudarte. Aunque ni siquiera sé si lo considerarás -dice sin mirarte a los ojos.
¿Qué pasa Miguel? usted pregunta
"Es solo que leí hace un tiempo que tener un orgasmo o dos ayuda con los calambres", dice, todavía tratando de evitar el contacto visual.
Te sonrojas sabiendo exactamente a dónde te estaba llevando esto. Antes de que pudiera disuadirte, lo tomaste del cabello y lo acercaste para besarlo. Al recibir tu señal, se alejó del beso y dijo: "Lyla, pausa todas las notificaciones durante la próxima hora a menos que sea absolutamente necesario".
La mirada en sus ojos mientras hablaba era tan ardiente que querías que te tomara en ese mismo momento. Después de que ella salió de la habitación, él se movió para ponerse de rodillas y comenzó a alcanzar la banda de tus pantalones de chándal. Arrastrándolos por tus piernas junto con tus bragas ligeramente empapadas. Tirándolos a un lado para que pudiera ponerse a trabajar.
Si había algo en lo que Miguel O'Hara era bueno era en comerse a alguien como un animal hambriento. Comienza lento, besando tus muslos, mordisqueando al azar antes incluso de lamer tu humedad. Sentir su lengua en tus sensibles labios te hizo gemir. Haciéndolo sonreír antes de ahondar en tus pliegues.
Después de esparcir tu humedad con su lengua gira chupando y lamiendo tu clítoris. Mezclando tus pliegues con tu sangre y su saliva, lentamente introduce sus dedos en las acciones.
En este punto estabas perdiendo la cabeza, tu atractivo novio entre tus piernas no estaba ayudando a la sensación abrumadora en lo profundo de ti. No es de los que tienen problemas con la sangre, pero verlo cubrirse la barbilla con tu sangre te hizo sentir algo diferente.
"Mig- Miguel, Dios por favor no te detengas." gimes alcanzando sus mechones marrón chocolate.
"Esa es mi niña buena", dice, quitando la boca pero manteniendo los dedos dentro de ti. "Eres tan caliente así, no puedo creer que no haya hecho esto antes. Ahora sé bueno conmigo y corre en mi boca". termina antes de engancharse de nuevo a tu clítoris y agregar un tercer dedo dentro de ti.
El ritmo brutal se apoderó de todos tus sentidos, y además de verlo de rodillas para ti todo fue sumando antes de que llegaras al clímax. Cabalgando a través de tu orgasmo, él lame tus jugos antes de limpiarse la barbilla y lamer seductoramente la sangre de sus manos.
"Sabes, creo que el cielo podría estar entre tus muslos", afirma antes de inclinarse hacia tu cuerpo.
Te ríes pero continúas sonrojándote.
"Si ya no quieres un período, mi amor, solo di la palabra, puedo encargarme de eso", te susurra al oído antes de continuar con la diversión en el sofá.