La frase que marcó su condena

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4:36 am

Tenía los zapatos empapados, era incómodo sentir el agua colarse paulatinamente por sus calcetines, tanto que por un minuto se planteó la idea de quitárselos y continuar el camino descalzo, pero las afiladas rocas y la escasez de luz lo hicieron desistir de sus planes, incluso cuando sentía que los pies le comenzaban a pesar y cada paso era acompañado por un chapoteo silenciado por el fuerte ruido de las olas golpeando agresivamente los paredones del acantilado. Maldijo, pero no pensaba retroceder. No solo sus zapatos estaban empapados, hace alrededor de una hora había comenzado a chispear y pequeñas gotitas de agua se escurrían por su cuello mojándole también la ropa por debajo de la chaqueta roja impermeable que pensó que le mantendría a salvo hasta llegar a la cima.

Se sentó un segundo. Luego de los incidentes de la iglesia su cuerpo nunca volvió a ser el mismo; sus pulmones habían sido severamente dañados por los gases de la explosión, respirar luego de realizar un pequeño esfuerzo era doloroso. Tosió. Aún así había terminado muy bien parado, el cuerpo de Horacio le había protegido del fuego ganándose una horrible quemadura en la espalda mientras él salió de ahí con un par de rasguños que se borraron con el tiempo. Recuerda haberse despertado en el hospital, los doctores que le rodeaban celebraban diciendo que era un milagro que estuviera vivo, él pensaba todo lo contrario.

Se levantó de la comodidad de la piedra con un quejido, no tenía tiempo que perder, miró a su alrededor, un par de pasos y llegaría a su destino. Se permitió reír por un segundo, de alguna forma su nueva determinación le recordó al día en que se convirtió en policía.

"El mar es infinito...O eso parece."

Pensó que había escuchado mal, ¿De qué estaba hablando tan repentinamente?, lo vio acercarse al enorme ventanal y junto a Horacio decidió seguirlo.

"Pero nada es infinito." Continuó y Gustabo creyó saber a donde se dirigía. "Ni vuestras vidas, ni el cuerpo, ni una placa, ni vuestro honor, ni siquiera esta casa...Algún día se reducirá cenizas, al igual que yo, también me descompondré." Se detuvo un momento "Lo que quiero es...No tenéis pasado ni futuro, solo el presente y ahora mismo mirando las vistas el mar es infinito y la ciudad sigue en pie, esa es vuestra realidad, el presente, vuestro pasado es vuestro presente y el futuro es lo que marca cada estado del mismo."

Miró sus manos sintiéndose ajeno a aquel recuerdo, como si nunca hubiera ocurrido, se sentía tan lejano, como un mero espectador en su propia realidad. Incluso llegó a pensar que se trataba de un mal sueño, más sabía que no lo era cada vez que estiraba sus brazos al cielo y recitaba con la monotonía de un militar y la expresión de un poeta la frase que marcó su condena:

—¿Y cuándo el sol deje de brillar?

Se detuvo nuevamente, ya no recordaba la respuesta.

La razón - Gustabo GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora