Capítulo 8

310 22 2
                                    



Al entrar a su oficina el nerviosismo recorre mi cuerpo, su presencia causa eso en mí. No puedo venirme abajo ahora.

Lo observo sentado en el sillón junto a su enorme mesa de director ejecutivo y mi mente me recuerda que todo sería más fácil si no fuese tan increíblemente guapo.

—¿Qué quería, señorita Jackson?—Habla mientras mantiene la vista fijada en el ordenador.

—Quería devolverle esto—Extiendo el cheque que permanece entre mis dedos. Andando con paso determinado hasta su mesa.

—Cierre la puerta—Interrumpe mis pasos y retrocedo para obedecerle.

Se levanta y rodea la mesa apoyándose en ella sin llegar a sentarse, lleva los puños de su camisa perfectamente remangados mientras se cruza de brazos haciendo así que se marquen sus músculos.

—¿Qué es lo que tiene que devolverme?—Posa su imponente mirada en mí.

—Esto es suyo—Extiendo una vez más el cheque.

—No lo pienso aceptar—Dice sin más.

—¿Cómo?—Esto es de chiste—Soy yo la que no lo acepto, usted no tiene porqué pagarme nada.

—Debería limitarse simplemente a agradecérmelo.

—Mi vida privada no es asunto suyo, señor Hutson.—Escupo con frialdad.

—¿Preferiría vivir en la calle? No sé cómo pensaba sobrevivir habiendo pedido dos nóminas por adelantado—Se incorpora en el filo de la enorme mesa. Está empezando a ponerse nervioso.

—Lo tengo todo bajo control, ¿acaso cree que dejo que todos los millonarios que se me cruzan paguen mis facturas?—Una sonrisa irónica aparece en su rostro.

—Doy por sentado que soy el único.

—Acepte el maldito cheque—Mi paciencia está empezando a agotarse.

—No. ¿Sabe cuánto dinero tengo?—Su pregunta me sorprende.

—Seguramente una cantidad ridículamente desorbitada.

—Entonces, entenderá que esa cantidad no es nada para mí.

—Pero lo es para mí—Me observa atento.

—Es usted exasperante.—Suena molesto.

—¿Y qué hay de usted?—Mi enfado es más que notable.

—Ese adelanto también sale de mí, ¿qué más le da?—Tiene razón.

—Acepte el maldito cheque—No puedo más con esta conversación.

—¿Por qué te molesta tanto que pagara esa factura?

Ha dejado de hablarme de usted.

—Porque no quiero deberte nada.—Susurro—No sé qué pensar de ti. Haces que me sienta tímida y abrumada.

Las palabras salen de mi boca sin control. Pero es la verdad, me siento confusa.

Hutson lleva su mano a mi cadera produciendo en mí un efecto que jamás había sentido ante el contacto de alguien. Todo mi cuerpo le deseada.

—¿Hago todo eso?—Su voz suena tremendamente sexy. Yo solo soy capaz de asentir.

—Por favor, acepta el cheque.—Mi voz suena resignada. Su contacto era lo único que me faltaba para llevarme a su terreno completamente.

Lentamente sube otra mano hasta mi nuca, incendiando mi piel a su paso.

—Ni hablar—Murmura a escasos centímetros de mi boca.

SEÑOR HUTSON. (El socio de papá) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora