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Valeria.

Había pasado una semana y ya por fin era sábado y gracias a Dios quedaban tan solo dos semanas para graduarme.

¿Y que había hecho en esa semana? Pues sorprendentemente muchas cosas.

La primera había conocido a un chico de la otra sección y nos estábamos conociendo, como amigos claramente, aún no estoy lista para otra decepción amorosa. Es bastante agradable se llama Alan, es castaño de ojos negros, alto y con un carisma increíble.

La segunda me convencí en dejar de pensar en Adrien porque lo más probable es que no lo volviera a ver en mi vida aunque debo admitir que no lo iba a olvidar nunca.

Y la tercera que ya estaba buscando pasajes para irme del país, mis principales opciones: Italia, Estados Unidos e Inglaterra. Las chicas decidieron que ir a estudiar nuestras carreras en Estados Unidos todas juntas era la mejor opción así que probablemente sea la opción que escoja.

Termino de preparar mi café y saco los panes de la tostadora, justo cuando me voy a sentar escucho el timbre de la casa y con calma me dirijo a la puerta ya que Mariana está dormida aún.

Me asomo por la ventana y veo que es Alan con una bolsa y un ramo de flores, inconscientemente sonrío y me dirijo a la puerta con ese gesto intacto.

—Hey linda, ¿qué tal?—Me da un beso en la mejilla en modo de saludo y me regala una linda sonrisa.

—Todo bien ¿y tú? Pasa adelante estás en tu casa.—Me hago a un lado invitándole a pasar.

Le indico donde puede dejar las flores y las bolsas para después sentarnos los dos en la sala.

—Bien, ¿por dónde empezar? Pues hablé con Valentina de como debería decírtelo porque al parecer o no ves mis indirectas o definitivamente no quieres nada conmigo. Me gustas Valeria y mucho, se por todo lo que has pasado así que no tengo problema en ir a tu tiempo.—Solo lo miré y es que joder créanme que quise sentir algo pero simplemente nada pasó.

Esperé sentir las típicas mariposas o alguna emoción, pero nada solo incomodidad y una inquietud casi asfixiante.

—Yo...creo que ir a mi tiempo está bien.—Le sonreí un poco tensa pero al parecer no lo notó.

Se paró y me abrazo en algo que debía ser reconfortante pero que solo aumento eso bola que me afixiaba era como si mi corazón me dijese que no era él.

Sacudí la cabeza alejando esos pensamientos absurdos.

Mi celular sonó sacándome de ese momento y casi suspiré de alivio al salvarme de la charla incómoda.
Al ver que era Aleska no dudé en contestar.

La he cagado, maldita sea, rojo por tres mil.—Mierda dijo rojo, es el código de que la hemos cagado pero de lo grande y le agrego el tres mil que es aún peor.

Estoy con Alan.—Advierto para que sepa que no puedo hablar de más.

Estoy en el club de la semana pasada pero necesito salir del país, pregúntale a Alexandra, solo puedo decir que la he cagado a lo grande esta vez, maldita sea que estúpida, te amo linda no te dejes de ningún idiota te llamo cuando pueda avisa por el grupo.—Y sin más colgó la llamada dejándome confundida y muy asustada.

No muestro ninguna expresión para que Alan no lo noté y simplemente le digo que mi mamá me necesita pero que lo quiero y lo veré el lunes.

Al cerrarle la puerta quito de inmediato mi sonrisa y busco el chat de las chicas llamandolas y quedando en la cafetería fuera de la ciudad donde siempre vamos.

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