Capítulo veintitrés

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- ¿Por qué venimos? - Preguntó Luz mientras veía a Willow y a Amity caminar frente a ella, y ambas asintieron. - Pregunté por qué.

- Porque Boscha invitó a Amity, y si alguien invita a Amity, nosotras como buenos parásitos tenemos que ir para hacernos más populares y conquistar más chiquibabys. - bromeó, pero Amity volteó a verla con el ceño fruncido. Willow bromeó otra vez. — Bueno porque Luz ni yo tenemos novia, tú si.

- Espera, ¿Novia? — Luz corrió hacia ella, y Amity asintió, no muy contenta. Luz le devolvió el gesto suspirando. — Felicidades.

La morena comenzó a caminar de una manera lenta, con lágrimas en sus ojos y pateando cualquier cosa que se cruzara en su camino. Se sentía inútil, completamente inútil porque ni le pudo dar el lienzo, ni pudo hacerle algo de comer o tocarle la canción, se sentía estúpida, inútil, e incompetente, porque eso era. Levantó su mirada, encontrándose con la casa y entró detrás de las otras, saludando a uno que otro conocido.

Amity tampoco estaba tan feliz. Luz no le había vuelto a decir nada, obligándola a pasar más tiempo con Willow, por lo que supuso que le iba a decir que le gustaba la de mechas acqua.

Con su corazón roto porque sus sentimientos no fueron correspondidos por segunda vez, buscó a Boscha porque había escuchado que un clavo saca otro clavo, aunque no era así.

El que la pelilila se haya entregado a ella de una manera fácil hizo que Boscha se preguntara qué había pasado entre las dos amigas, pero no le preguntó nada, sólo se dedicó a disfrutar del ahora delgado cuerpo de la otra.

Boscha vio llegar a Amity y le pidió que se sentara a su lado, besándola al instante.

Luz soltó una lágrima. Qué fácil sería todo tan sólo hablaran, aunque ninguna conocía sus verdaderos sentimientos.

Ahora, Willow abrazó a Luz, dándole una botella de alcohol, pero está la rechazó y subió, buscando algún cuarto para meterse y llorar en él porque realmente no tenía muchas ganas de estar en la fiesta.

Entró azotando la puerta pero después verificó que no hizo algún mal en el cuarto ajeno. Segundos después vio a Willow entrar, sonriendo tímida.

- Perdón, pensé que ya sabías.

- No sé por qué no me dijo. - llevó sus dedos a sus ojos y limpió las lágrimas que habían comenzado a brotar, pero no impidió que siguieran bajando más. — Siento que morí. —relamió sus labios, tragó saliva, y volteó a verla. - No siento nada, no siento el brazo izquierdo, Will, no me siento con vida.

- Hey, no digas eso. - la abrazó, haciendo que hunda su cara en el hueco de su hombro y cuello, y comenzó a acariciar su cabeza. - Si quieres la convenzo de que termine con ella... o sedamos a Boscha y mando al payaso a que-

- No, por favor, no me trates de animar, sólo... déjame estar en silencio. - apretó su camisa, comenzando a sollozar. — ¿Por qué todo es tan difícil para mi?

- No lo sé. - respondió, aunque la otra le había pedido silencio y después se separó de ella. — ¿Sabes qué? Ve y bésala en ese instante, o besa a alguien más, dicen que un clavo saca otro clavo y aunque no tenga razón por lo menos tendrás a alguien a quien ponérsela.

— ¿Un clavo saca otro clavo? — preguntó mirándola, y después su vista bajó a sus labios.

Luz algunas veces no pensaba en nada, no pensaba en las consecuencias que tendría algo, sus acciones o sus palabras, aunque ella sabía que era un ser pensante y con razonamiento, muchas veces no utilizaba aquellas capacidades para nada y hacía las cosas de manera rápida y estúpida, pero también eficaz.

Sabía eso, pero no se imaginaría que se encontraría besando a Willow en esa cama. La de lentes frunció el ceño, pensando que eso estaba mal. A ella no le gustaba Luz de una manera romántica, pero no negaba que se sentía atraída por ella. Alzó sus hombros mientras aceptaba el beso y se hacía levemente para atrás, dejándola entrar entre sus piernas.

Luz llevó sus manos a la cintura de la otra, y las metió bajo su camisa, sintiendo su cálida piel.

Recordó la primera vez que lo hizo con Amity, pero frunció su ceño mientras llevaba su agresiva mano al pantalón de la otra, queriéndoselo quitar, pero rompiéndolo en el proceso, asustándola.

"Un clavo sacaba otro clavo" dicho que igual había usado Amity, que en ese momento estaba buscando a su mejor amiga para tenerla a la vista porque se sentía mal mientras no estuviera ella, pero no la encontró.

Y no quiso entrar a la habitación donde se escuchaban varios ruidos, suspiros, y puede que un cuadro caer al suelo. No quería ni pensar que era Luz quien provocaba todos esos sonidos.

Willow vio cómo la morena sacaba un preservativo de su bolso y lo envolvía en su falo, y la miró. Luz no tenía sus ojos color café oscuro naturales, tenía sus ojos de un color azabache, llenos de dolor y puede que de furia, porque el trato que estaba recibiendo no era el más cuidadoso ni sedoso.

Pero no negaba que le gustaba.

Gimió alto cuando la levantó y la pegó a la puerta. Amity semi-gritó al escuchar la puerta ser azotada. Iba a entrar para ayudar a cualquiera que estuviera recibiendo tal trato, pero escuchó la voz de su Luz y la de Willow, jadeantes.

- No voy a ser atenta, ni suave, y sé que te dolerá, ¿Quieres parar? - llevó sus manos a su rostro para evitar lanzar un quejido. Amity se acercó más a la puerta para asegurarse que de verdad eran sus amigas las que estaban dentro.

— Lu, a mi me gusta rudo, si escuchas un "para" o "lento" no me hagas caso y hazme lo que quieras. — gemidos, golpes a la puerta y puede que gritos fue lo que comenzó a llenar esa habitación mientras Amity se deslizaba de manera lenta por la puerta, sollozando en silencio mientras escuchaba a su mejor amiga tener sexo con alguien más, y ahí, ella igual se sintió como una inútil.

Nada de esto hubiera pasado si aquella vez que tuvo sexo con Luz después de la discusión hubiera aceptado sus sentimientos. Ahora, mientras escuchaba los gemidos, casi gritos de la otra, los gruñidos de la morena, sonidos de besos, y unos silenciosos sollozos que eran amortiguados por una mano.

Si tan sólo lo hubiera admitido ella primero. Si hubiera hablado con Luz.

Pero recordó.

El hubiera ya no existe, así que ahora sólo se dispuso a disfrutar del dolor que sentía su corazón, a llorar cada vez más fuerte, pero al mismo tiempo en silencio, porque era lo único que podía hacer al respecto. Sentía que se moría.

Tanto así le gustaba Luz, pero nunca lo admitió.

Diet of SexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora