Redención | Miguel O'Hara

Cibercriminal - Pt 1

Donde T/N es la enemiga de O'Hara.

En algún otro universo, T/N Novikov es la sub-lider del departamento de cyber seguridad, pero en este universo, ella siguió con los malos pasos.

Todo en su vida se vino abajo cuando la enfermedad degenerativa de su padre avanzó más rápido de lo que habían indicado los médicos, en tan solo un año su padre había pasado de olvidar un par de cosas, a directamente no saber cómo hablar o como moverse, Novikov estaba devastada, ver a su mayor inspiración derrumbarse tan rápido la hizo caer en una severa depresión.

El 14 de diciembre fue cuando en una de las visitas habituales que solía hacer su hija al hospital donde se encontraba internado, le dieron la noticia; Andrei Novikov falleció a los 58 años.

Ella había abandonado la universidad a los 22, había pasado los otros 5 años trabajando en una cafetería local, más fue despedida.

Un pequeño bichito en su cabeza, el cual le repetía una y otra vez, que no había hecho nada en su vida, solo era otra mediocre fracasada.

Las lágrimas de tristeza rápidamente se convirtieron en lágrimas de frustración, no tenía apoyo, un lugar donde volver a sentirse tranquila y amada; estaba sola.

Tantas cosas en su vida la llevaron a volver a caer en malos pasos.

Comenzó haciendo pequeños trabajos estafando o extorsionando gente mayor para conseguir dinero y poder seguir subsistiendo. Luego, comenzó con robos de criptomonedas, comenzando a vivir una mejor vida.

Pero ahí no fue donde se detuvo, inventó pequeñas empresas sin fondos, y logró convencer a un par de bancos para ir sacando préstamos en supuestas inversiones que, claro, jamás darían frutos.

Estuvo viviendo bien un tiempo, hasta que sus acciones llegaron a oídos de Spiderman, quien no dudó en intentar deterla.

Digo "intentar", puesto a que en su primer encuentro, O'Hara quedó totalmente enamorado de la joven, quien apenas dejaba ver su rostro, por una máscara de kitsune que traiga consigo.

Antes de intentar acercarse a ella, unos pequeños robots se adhiriendo a él como si fueran parásitos, era como si pequeñas agujas pincharan sus piernas y manos.

— Ah... Tu debes ser Spiderman...

La chica sonrió con malicia y burla, viendo al hombre, el cual se encontraba con su movilidad totalmente reducida debido a los robots.

— ¿Te gustan? Yo los diseñé, son mis pequeños alacranes.

Novikov hizo un pequeño gesto con la manos, haciendo que los pinchazos en el cuerpo de O'Hara cesarán, más aún estaba reducido físicamente, como si tuviera alguna clase de soga invisible comprimiendo su cuerpo.

Se acercó al más alto, y en un movimiento rápido, desactivó lo que era su "máscara", dejando ver su rostro.

La chica observó durante un par de segundos, mirando esos profundos ojos cafés.

— Entre las cosas que no me esperaba, era que tu traje fuera un holograma, eso quiere decir que estás... Desnudo? O como funciona?

Miguel no podía hablar, su pecho ardía, hacia muecas por la presión que sentía sobre su cuerpo, casi como si le faltará el aire.

Dejaba a la vista sus filosos dientes, entreabriendo un poco la boca intentando respirar.

—¿Q-Que me hiciste...?

Llevó una de sus manos al rostro de O'Hara, quedando fascinada por lo hermoso que era el hombre, se dio el lujo de acariciar sus pómulos, para luego tomarlo de manera brusca por la mandíbula, haciendo que sus miradas se encontrarán.

— No intentes hablar cariño, no quiero que te desmayes.

El mayor fruncía el ceño, entre molesto y frustrado, más la chica disfrutaba verlo así, indefenso solo para ella.

— Bien, tuve suficiente, fue un gusto conocerte, Spiderman.

La chica se acercó a una de las computadoras y sacó lo que parecía ser un pendrive, en cuanto lo hizo, toda la luz de la habitación se fue, quedando totalmente a oscuras.

Sintió como toda esa presión de su cuerpo se iba de inmediato, dejándolo caer de rodillas al piso. Sintió que volvía a ser Spiderman, y es que la joven pareciera que hubiera inhibido todos sus poderes.

Activó su visión arácnida, y busco rastros o indicios de la criminal, pero no había nada, ni siquiera huellas dactilares.

Ella era peligrosa, pero más peligroso era que, le había gustado, hace tiempo que no sentía tanta adrenalina, y no presisamente de miedo...

Y así siguieron los encuentros, siempre terminando con Miguel de rodillas, y sin rastro de la chica.

Era un juego provocativo que a ambos les gustaba, y solo estaba comenzando.