Celos.

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Donde O'Hara está celoso de la peculiar atención que le da T/N a un ex compañero.

Miguel había sido invitado a una fiesta, era de parte una empresa con la que él había colaborado, antes de trabajar con Alchemax, no quería rechazar la invitación, pero tampoco quería ir solo, así que le preguntó a la señorita Novikov si le gustaría ser su acompañante.

La chica acepto gustosa, sin embargo no sabía que colocarse, se supone que era una "fiesta", pero sabía que habrían personas importantes allí.

Optó por un vestido morado oscuro, casi negro, le llegaba un poco más abajo de las rodillas, lo suficiente para verse elegante y que no le costara caminar. Lo acompañó de un collar de pequeñas perlas y diamantes.

En cuanto a su peinado solo alisó un poco su cabello, quería que lo más llamativo fuera el maquillaje, después de todo era una fiesta, algo debía ser brillante.

O'Hara la pasó a buscar exactamente a las diez de la noche, en un elegante auto negro, antes de irse se despidió de su padre, sin embargo, Andrei quería despedirse de Miguel también, a lo que T/N respondió con un "Yo le mandó saludos de tu parte". La verdad es que sabía que si su padre iba a saludarlo, se quedarían charlando ahí por un buen rato.

Atravesó el ubral de la puerta, bajó con cuidado las escaleras y vió a Miguel apollado en la puerta del carro. Se acercó a a él con una sonrisa, colocándose de puntillas para plantarle un beso en la mejilla.

- Te ves... Radiante.

Elogió el mayor, contemplando a la chica de arriba a abajo. T/N sintió sus mejillas enrojecer al sentir la mirada de O'Hara sobre ella, más aún sabiendo que estaba observando cada detalle de su cuerpo.

- ¿"Radiante"? Es un elogio lindo, si quieres coquetear.

Con una sonrisa segura, la chica se dirigió a la puerta del copiloto, que fue abierta por Miguel en cuestión de milisegundos, T/N le susurró "Que atento..." Con una sonrisa entre los labios.

Algo que colocaba de cabeza su mundo en O'Hara, era la seguridad y decisión que tenia T/N a la hora de hablar o actuar, era algo que le atraía mucho en una chica.

El mayor se subió a su asiento, y encendió el auto, manejando a una velocidad moderada. La chica dejó una de sus manos sobre su muslo, mirando embobada las lindas luces de la ciudad, el auto iba en silencio, uno genuinamente agradable. Algo la hizo quitar su atención de las luces, y mirar con disimulo el vidrio, observando por el reflejo como el piloto tenía una suave sonrisa en su rostro; Miguel había dejado su mano sobre la de ella.

La mano de O'Hara era evidentemente más grande que la de ella, así que en ocasiones cuando el auto se movía mucho pasaba a rozar su muslo. Pero esto no le molestó a la joven, le gustaba, más no lo admitiría en voz alta.

Luego de media hora llegaron a su destino, según lo que le contó Miguel, la fiesta era en el último piso del edificio, en la terraza. Antes de atravesar la puerta, O'Hara tomo con cuidado la mano de T/N, entrelazándola con la suya.

La joven se limitó a esbozar una sonrisa, siguiéndole paso a Miguel.

La sala de la fiesta estaba animada y tenía un ambiente bullicioso. Si bien no estaba completamente llena, era un lugar agradable y bien decorado. Los invitados llenaban el espacio con su presencia, creando una atmósfera de energía y emoción.

La mayoría de los asistentes eran empresarios exitosos y sus empleados de confianza. Se podía notar el aire de profesionalismo y elegancia que los rodeaba. Los trajes bien cortados y los vestidos sofisticados se entremezclaban en la sala, brindando una imagen de distinción y buen gusto.

Redención | Miguel O'HaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora