Capítulo 20

443 43 191
                                    

Los Black entraron a la mansión y se dirigieron a la sala de entrenamiento. A medio pasillo Bellatrix chasqueó la lengua con fastidio.

—Mierda, están Rabastan y Dolohov.

—Podemos entrenar con ellos —ofreció Sirius—. Me da igual a cuántos de vosotros apalear.

Bellatrix rio entre dientes y murmuró que le encantaría ver eso. Ante la incomprensión de su primo, añadió:

—No están entrenando. O igual sí podría considerarse entrenamiento... pero no con las varitas habituales.

Sirius frunció el ceño primero con duda y luego con sorpresa.

—¿Me estás diciendo que follan aquí?

—Estaba tratando de no decirlo.

La mejor opción era volver al jardín, Lucius había habilitado una zona para cuando Bellatrix y Voldemort preferían entrenar al aire libre. Por el camino, Sirius le preguntó si ellos no condenaban la homosexualidad. Su prima se encogió de hombros.

—A mí con quién folle cada uno me da exactamente igual.

—¿Y todos piensan como tú?

—No, no todos —reconoció la bruja—. A Rodolphus le repugna. Lo sabe desde siempre, pero finge que no para mantener la paz con su hermano. Aun así, cada poco le reprocha que es un enfermo y discuten.

—Os gusta discutir, ¿eh?

—Es lo que nos mantiene unidos —confirmó Bellatrix.

A Sirius también le gustaba. Y el blanco de sus iras solía ser uno al que no esperaba encontrar en esa casa... Pero se lo cruzaron de frente por el pasillo, salía de limpiar la habitación de Bellatrix. Su expresión de satisfacción tornó en una de terror cuando vio a su amo. Por su parte, Sirius mostró una rabia que ni el retrato de su madre al verlo a él.

—¡KREACHER! ¡MALDITO ENGENDRO TRAIDOR!

Ni la varita iba a usar, su intención fue darle una patada que lo sacara volando de la mansión. No pudo porque con un gesto de la mano de Bellatrix, fue él quien salió despedido hasta chocar contra la pared. Eso aumentó la furia de Sirius.

—¡Por eso desapareces tanto! ¡Y encima vuelves contento! ¡Maldito traidor, te juro que te...!

—Estate quieto —le exigió Bellatrix—. No le vas a hacer nada. No te soporta, es normal que prefiera venir aquí.

—¡Es mi elfo y pienso hacer con él lo que...!

Acercándose a él muy seria y mirándole a los ojos, Bellatrix le espetó con frialdad:

—Tu hermano hubiera dado la vida por Kreacher. ¿Te ves capaz de respetar al menos eso?

Por unos segundos pareció que no. Sirius prácticamente echaba humo por la nariz y agarraba su varita con excesiva fuerza. Pero al final, se contuvo y le espetó al elfo que desapareciera de su vista y que por supuesto no se le ocurriera contar nada. Kreacher obedeció rápido para no llorar de emoción por la defensa de Bellatrix: tenía que acatar la prohibición de llorar delante de ella.

Tras eso, los Black caminaron en un silencio tenso hasta el jardín. Una vez alcanzaron la zona en cuestión, Sirius se relajó y recuperó su tono burlón:

—No esperes que te deje ganar como hacen todos para que les dejes en paz.

—¡Oh! ¿Así que las veces que de no ser por el Señor Oscuro te hubiese matado te estabas dejando ganar? —preguntó Bellatrix ladeando la cabeza simulando interés.

TraidorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora