Capítulo 35

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Nota: Muchísimas gracias a quienes habéis leído, votado y comentado esta historia, es lo que más feliz me hace y os adoro mucho. Próximamente subiré un nuevo Bellarius (que tengo casi terminado) y también una historia de Bella x pj. original femenino (esa la acabo de empezar), por si queréis estar pendientes o que os avise. Gracias de nuevo, os adoro con toda mi alma y con la de Voldy también.

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Resultaba bastante triste a poco que se pensara... Era la bruja más poderosa del país, la más influyente, la única cuyo consejo escuchaba Voldemort... pero Bellatrix no tenía hogar. Le sobraba el dinero para adquirir la propiedad que deseara, pero no le seducía ninguna. Aun así, cualquier cosa resultaría más digna que estar viviendo en una habitación sobre un bar. Tenía ganas de usar una ducha que midiera más de medio metro.

Antes de marcharse, Bellatrix subió a desayunar a casa de Eleanor (el segundo piso sobre el bar).

—Vendrás alguna noche, ¿verdad, cielo?

—Claro —respondió Bellatrix—. Sabes que me gusta beber.

«Y que no tengo mucho más que hacer» pensó internamente. No quería trabajar, por supuesto que no. Voldemort le había ofrecido el puesto que quisiera en el Ministerio o en cualquier otro organismo, pero a ella solo le gustaba torturar cuando le apetecía. No tenía disciplina ni ganas de sudar y cansarse con labores rutinarias. Quería ser libre... y no madrugar.

—¿Solo eso te gusta? —preguntó la pastelera poniéndole ojitos.

Bellatrix tomó otra porción de pastel de frambuesa y decidió darle lo que quería:

—Quizá también tú me gustas un poquito...

Eleanor sonrió ampliamente, era sencillo hacerla feliz.

—De todas maneras, si te mudas al Callejón Diagon seremos vecinas, nos veremos mucho.

—Sí... —murmuró Bellatrix no demasiado emocionada.

Terminaron de desayunar y salió a la calle. Caminó con lentitud, contemplando los escaparates del callejón Knocturn siempre repletos de objetos siniestros. Estaba sumida en ese vagabundeo cuando sintió que Voldemort la llamaba. Bien. Con un poco de suerte echaría la mañana.

Se apareció en la mansión Malfoy sin mucho entusiasmo. Voldemort la había informado de que Narcissa y Lucius pasarían el verano en Azkaban; Rabastan y Dolohov estaban fuera de vacaciones... pero desconocía si su marido seguía residiendo ahí. Y no tenía ganas de verlo. Rodolphus era la principal razón por la que —si tuviese energía— se marcharía del país.

Localizó a Voldemort en uno de los salones, se había apropiado por completo de la vivienda. Estaba de nuevo junto a la ventana, con las cortinas casi cerradas (le molestaba la luz natural), dejando su vista vagar por el paisaje. Bellatrix se preguntó si echaría de menos a Nagini, quizá pensaba en ella al contemplar los bosques donde cazaba. No obstante, la preocupación por el reptil pasó a un segundo plano cuando vio a Sirius repantingado en un sofá de cuero. Bellatrix supuso que había acudido para charlar sobre Potter.

—Buenos días —saludó nerviosa. Se le hacía raro no llamar "Señor" a Voldemort, pero él le había pedido que no lo hiciera.

—Sí, lo son. Desde que gobernamos nosotros, todos los días son mejores —aseguró Voldemort.

—Hey —fue el saludo casual de Sirius.

Pese a haber respondido, Voldemort no parecía prestarles atención, seguía sumido en su meditación. En esta ocasión a Bellatrix no le molestó. No porque estuviera acostumbrada (que también) a que su maestro llevase sus propios ritmos, sino porque cuando estaba presente su primo le costaba centrarse en otras personas.

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