01

1.5K 150 1
                                    

Sana apagó su alarma cuando esta comenzó a sonar justamente a las 6 de la mañana. Se levantó con mucha lentitud y se miro fijamente al espejo que tenía en frente de su cama, se miró de pies a cabeza.

Por causa de su aroma, Sana se convirtió en alguien muy cerrada y callada, le costaba mucho hacer amigos y ni hablar de coquetear con alguien más. Con gran esfuerzo tenía a sus dos amigas omegas, Jihyo y Chaeyoung.
No tenía nada de experiencia hablando románticamente, a sus 18 años era virgen en todos los aspectos.

La omega castaña creía que nunca encontraría a un alfa o siquiera a un beta. Se había resignado a morir sola y sin ser reclamada.

Pero mira que pena das.

Eres fea

No le importas a nadie

Nunca conseguiras un alfa, ni siquiera un beta te va a querer

Sana se tenía un gran odio, odiaba su físico, sus feromonas, su forma de ser, absolutamente todo de su persona.
Todos los días al despertar se recordaba lo miserable que era y que no servía ni para ser una omega.

Vaya olor tan desagradable que te cargas

Vas a morir sola

Las lágrimas empezaron a llenar los ojos de Sana, entre más se decía mentalmente, más dolor sentía en su pecho.

Al estar dentro de su burbuja de autodesprecio, la castaña nunca notó a la enérgica y alegre alfa Chou Tzuyu, la cuál amaba las cosas dulces y los aromas empalagosos, especialmente el de la linda y callada Minatozaki Sana.

El sonido de la puerta siendo abierta hizo que la castaña saliera de su mundo y se limpiara las lágrimas con rapidez.

-Oh que bien, ya estas levantada bebé, alistate ¿sí?- dijo Moonbyul, una de sus dos madres.

La alfa de edad media le regalo una sonrisa antes de dejar la habitación.

Sana sonrió con tristeza, pues su madre era la única alfa que podía aguantar su aroma, no sabía si le gusta pues nunca se lo había preguntado, pero al menos lo soportaba. De hecho Sana nunca le decía nada a sus madres, Moonbyul era algo despistada y Yongsun, su madre omega, no estaba mucho tiempo en casa, ella era fundadora de la academia de defensa personal especializada en omegas, así que siempre necesitaba estar supervisando todo. Su madre alfa trabajaba desde casa, así que convivían mucho, pero aún así Sana no podía decirle lo que sentía, no quería preocuparla, ni a ella ni a Yongsun.

Se levantó de su cama y se dirigió a su cajón de ropa, tomó unos jeans y una sudadera gris, lo ideal para pasar desapercibida. Al terminar de cambiarse tomo el spray inhibidor y se roció todo el cuerpo, pudo sentir como su aroma disminuía drásticamente.

Se miró por última vez al espejo, tomó su mochila y bajó a la cocina donde Moonbyul estaba tomando un café.

La alfa se levantó de la mesa y beso a su hija en la frente.

-¿Te pusiste tu inhibidor cierto?- preguntó la pelinegra. Sana volvió a asentir- De acuerdo, pero no te pongas demasiado ¿ok? El doctor dijo que era peligroso, con que te pongas un poco en el cuello es más que suficiente. Así no puedo ni percibir tu bonito aroma bebé.

-E-esta bien mamá, ya no me pondré tanto- dijo la castaña claramente mintiendo, pues no le importaba si tanto inhibidor le llegara a hacer daño, y si gracias a eso su aroma no volvía, para ella estaría más que perfecto.

Su madre sonrió y la dejo irse a la escuela, cuando la omega abandonó la casa soltó un suspiro cansado. Ella sabía que Sana ocultaba muchas cosas, tenía conocimiento de que a ella no le gustaba su aroma y en verdad quería ayudarlo, pero Sana no se abría. A veces Moonbyul se sentía mal al pensar que su hija no platicaba con ella sobre como se sentía gracias a que era alfa, como le gustaría que su esposa estuviera más tiempo en casa para poder ayudar a su pequeña retoño. No quería que nada malo le pasara.

Sweet scent - SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora