De pie, al borde de una azotea de Riad, Jimin contemplaba una puerta en la calle que había bajo sus pies. Era tan normal como las demás, pero él sabía lo que ocultaba. Podía sentir su penetrante halo de magia como un dolor detrás de los ojos.
Se trataba de uno de los portales del diablo al mundo de los humanos.
Extendió sus enormes alas, visibles únicamente en su sombra, y descendió hasta la calle provocando una lluvia de chispas al posarse en el suelo. Un barrendero lo vio y cayó de rodillas, pero Jimin lo ignoró y se colocó frente a la puerta, agarrando con firmeza la empuñadura de su espada. Deseaba profundamente desenvainarla y entrar como un vendaval en la tienda de Yoongi para acabar con todo de forma sangrienta; sin embargo, sabía que los portales estaban protegidos con magia y que no debía intentarlo, así que se concentró en su misión.
Extendió la mano y la colocó sobre la puerta. Se produjo un suave resplandor y olor a quemado, y cuando la retiró, su huella había quedado grabada en la madera.
Eso era todo, de momento.
Se volvió y se alejó entre la gente, que le abría paso apartándose contra las paredes.Desde luego, no veían su aspecto real. Un hechizo ocultaba sus alas de fuego y podría haber pasado por un ser humano, aunque no lo estaba consiguiendo del todo. A los ojos de la gente era un hombre joven, alto y guapo —con una sobrecogedora belleza difícil de encontrar en la vida real— que deambulaba entre ellos con la elegancia de un predador, prestándoles tan poca atención como si fueran estatuas en un jardín de dioses. De su cintura colgaba una espada, y llevaba la camisa remangada, dejando al descubierto sus antebrazos bronceados y musculosos. Sus manos tenían un aspecto curioso, surcadas por cicatrices blanquecinas y tatuajes de tinta negra —meras líneas repetidas en la parte superior de los dedos—.
Tenía el pelo oscuro y casi rapado, con entradas que afilaban la línea de la frente. Su piel dorada aparecía más oscura en los planos de la cara —los pómulos, la frente, el caballete de la nariz—, como si viviera empapado en una intensa luz color miel.Su belleza resultaba intimidante, y parecía difícil imaginarlo con una sonrisa en los labios. De hecho, Jimin no sonreía desde hacía muchos años, y no podía imaginar que volviera a hacerlo otra vez.
Pero todos estos detalles quedaban reducidos a meras impresiones fugaces. Lo que empujaba a la gente a detenerse a su paso eran sus ojos.
Eran de color ámbar, como los de un tigre, y al igual que los de ese animal aparecían perfilados en negro —el negro de sus espesas pestañas y el del kohl, que convertían sus iris dorados en haces de luz—. Eran puros y luminosos, cautivadores y de una belleza dolorosa; sin embargo, les faltaba algo. Tal vez la humanidad, esa capacidad de mostrar benevolencia a la que los hombres, sin ironía, han dado su nombre. Al doblar una esquina, una anciana se interpuso en su camino y Jimin lanzó toda la intensidad de su mirada sobre ella, arrancándole un grito ahogado.
Había fuego en sus ojos, y la mujer creyó que su cuerpo comenzaría a arder.
Jadeó y tropezó, y él extendió una mano para sujetarla. Notó calor y cuando pasó junto a ella, sus alas invisibles la rozaron. Surgieron chispas y la anciana quedó boquiabierta, paralizada por el pánico, mientras él se alejaba. Vio claramente cómo unas alas se desplegaban en su sombra al tiempo que él desaparecía, con una ráfaga de calor que le arrancó el pañuelo de la cabeza.
En un instante, Jimin había ascendido hasta el éter, sin percibir apenas las punzadas de los cristales de hielo que flotaban en el aire enrarecido. Deshizo el hechizo que ocultaba sus alas, convirtiéndolas en sábanas de fuego que azotaban la oscuridad del cielo. Se desplazaba a gran velocidad, en dirección a otra ciudad humana donde encontrar una nueva puerta revestida con la magia del diablo, y después de esa, otra, hasta que todas mostraran la huella negra de su mano.En otros rincones del mundo, Jin y Moonbyul cumplían la misma tarea. Y una vez que todas las puertas estuvieran marcadas, sería el principio del fin.
Y comenzaría con fuego.
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ɦɨʝօ ɖɛ ɦʊʍօ ʏ ɦʊɛֆօ - Jikook/kookmin-
FanfictionJungkook es un estudiante de arte de 17 años que vive en Praga. Pero ese no es su único mundo. A veces, Jungkook desaparece en misteriosos viajes para realizar los encargos de Brimstone, el monstruo quimera que lo adoptó al nacer. Tan misterioso res...