Capítulo 3: Yes

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"If you'd only if you'd only say Yes 

Whether you will's anybody's guess 

God only God knows she won't let me rest 

But I'm just so tired of this loneliness"

Yes - COLDPLAY

La vida en el ejército era dura para todos. Para algunos como a mí aquel estilo de vida resultaba un poco sencillo, pero para otros no tanto.

Mi parte favorita era tomar una espada afilada entre mis manos y batirme en duelo contra alguien más. Me hacía sentir todopoderoso, como si fuera capaz de hacer cualquier cosa. Servir en infantería me hacía sentir así, no sé si era algo enfermo, pero me gustaba.

El rey que gobernó durante mi entrenamiento, era uno de tantos. Él creía que se lo merecía todo, tenía un poco de sobrepeso cuando comenzó su gobierno pero con el paso de los años engordó y alcanzó niveles de obesidad alto. Si en aquellos tiempos aquel rey hubiera sabido que es un triglicérido, hubiera cuidado mejor su alimentación.

Aquel rey se llamaba Dámaso, hacía algunas cosas buenas y otras... no tan buenas.

Había conseguido ganarse a más del 50% del reino, era astuto, sabía negociar... Era un ejemplo de liderazgo, sabía cómo persuadir a las personas para obtener lo que quería sin embargo muchas veces se equivocaba.

En una de mis primeras misiones, mi equipo y yo debimos llevar oro a la nación vecina, de esta manera nos proporcionarían armas y para estar preparados. Yo tenía unos 19 años de edad y mi hermosa novia,18, los rumores de guerras estaban en el aire, existían muchos enemigos del Rey Dámaso.

Cuando volvimos fui a visitar a mi amada, después de días de no verla anhelaba estar con ella más que nada. No había mejor sensación en el mundo que cenar con ella. Ella lo es todo para mí. Besarla es lo que me hace sentir más vivo, algo irónico porque supuestamente estoy muerto desde hace más de 500 años.

Luego de una encantadora cena, salimos al campo. Recuerdo el sonido de los insectos, la húmeda y fría noche... Recuerdos que no puedo borrar así como  la luna y las estrellas arropándonos.

-Te he extrañado mucho, Rodrigo – Me dijo ella mientras me abrazaba con fuerzas – Cambiaste mi vida ¿Sabes eso? Quiero que seas mi compañero

-Yo también – Ella sonríe porque sabe que lo digo de modo sincero – De hecho he dejado mi mandolina aquí porque quiero cantarte algo que he escrito.

Tomé mi mandolina y poco a poco el aire fue cambiando, y a pesar de que mi voz no es precisamente muy afinada después de un mes practicando pude cantar bien:

"Mira las estrellas 

Mira como brillan por ti 

Y todo lo que tú haces 

Si, Son todas amarillas 

Llegue de lejos

Y escribí una canción para ti 

Y todo lo que tú haces 

Y fue llamada "Amarillo"

Tu piel...

Sí...tu piel y tus huesos 

Se convierten en algo hermoso 

Y tú sabes...

Tú sabes que te amo mucho... 

Tú sabes que te amo mucho... "

Antes de que ella se diera cuenta mi mandolina estaba acompañada de las cuerdas de un laúd y luego de un rabel y finalmente un arpa.

Dejando mi mandolina a un lado la miré a los ojos sonriendo, ella no sabía que estaba pasando pero la veía tan feliz. Nos miramos a los ojos y nuestros rostros se fueron juntando bajo la luz de la luna y al sonido de los instrumentos, ella sólo consiguió articular: -Es la melodía que has estado practicando en el clavicordio y en el virginal

Asentí, y busqué dentro de mi bolsillo algo que me había robado del país extranjero: Era un anillo de oro con un rubí. Me arrodillé y sonriendo le dije:

-Tenemos un año y medio en este romance. Cada día me enamoro más de ti, a pesar de que a veces puedo actuar como un imbécil. He hablado con tus padres y he probado que puedo sostener económicamente a una familia. Cuando tenga tantas canas como tu padre, quiero que sigas a mi lado –Ella se ríe, pero al mismo tiempo está sorprendida. Escucha unas pequeñas risas por detrás y ve que sus padres aprueban nuestro amor – Arabella, quiero casarme contigo, ¿Estás lista?

-Sí, lo estoy.

Viva la Vida: Historias de un FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora