Capítulo 12

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Continuaba sin poder moverse de su lugar, intentando pensar. En realidad, Jin no deseaba morir aún. Por muy dura que fuera su vida, la amaba, y se aferraría a ella.

¿En que momento había quedado enredado en tal lío? Solo parpadeó un momento, y al siguiente, ya tenía a cuatro hombres masacrandose frente a él. SeokJin podía escuchar con claridad los huesos rompiéndose combinados con espantosos gruñidos y bufidos.

Todo había comenzado tan repentinamente. En el momento en que uno de ellos había intentando avanzar hacia él, había sido detenido por otro. Luego, golpes fueron arrojados aquí y allá, y los pocos muebles volaron de un lado a otro.

SeokJin solo pudo hacerse ovillo en un pequeño rincón de la cocina, observando como de pronto su pequeño hogar era destruido.

Cuando se había mudado, pensó que a partir de ese momento todo mejoraría, y aunque sería difícil, podría lograrlo. Ahora, solo podía ver con impotencia como sus sueños le eran arrebatados. Sus ojos se llenaron de lágrimas, sabiendo que jamás podría recomponerse, su hogar estaba siendo destruido y él ni siquiera tenía el dinero suficiente para reparar un maldito tornillo rotó.

Había sido tan difícil durante toda su vida, nunca había tenido un solo momento bueno ni algo para llamar suyo, y ahora que lo tenía…

De pronto el pesar fue reemplazado por la inminente furia. Malditamente no. No iba a permitir que le arrebataran lo único que ahora podía llamar suyo.

Si iba morir, al menos lo haría defendiendo lo que amaba. Él había trabajado demasiado, ahora, no le importaría pelear por ello.

Así que tomándose de la ira hirviendo en su interior, salió de su escondite y se dirigió hacia el desastre. —¡Deténgase! —Gritó.

Ni siquiera pensó que funcionara pero sorprendentemente lo hizo. Los cuatro hombres -o era más preciso decir tres, y un enorme lobo- repentinamente se detuvieron, fue terrible y le asustó como el infierno ver la sangre en sus rostros mallugados pero ello no le hizo perder su nueva valentía.

—¡Estoy harto! Ustedes cuatro… Simplemente llegaron a arruinar mi hogar. ¿Me quieren matar? ¡Adelante! Pero ni siquiera han dicho una maldita cosa de por que están aquí, y en realidad me importa una mierda. —Su respiración era agitada, mientras sus manos se hacían puños a sus costados. —Si no piensan matarme el día de hoy, ¡bien! Por que no tendrán otra oportunidad. Así que si me permiten, me largo al maldito trabajo porque sino lo hago tendré que pasar una semana sin comer.

Se dio la vuelta furioso, dejando a cuatro hombres "intimidates", boquiabiertos en la cocina, quienes miraron a todos lados menos al enfurecido chico frente a ellos.

SeokJin por su lado subió a lo que quedaba de su habitación, pasando por encima de la puerta en el suelo, de la que apenas se percataba. Volvió a bufar, dejando escapar un pequeño grito lleno de enojo y golpeando el suelo con sus pies.

En los próximos diez minutos no hizo más que vestirse y después regresar a la entrada destruida de su hogar para dejar el lugar atrás.

Pero antes de hacerlo, volvió a regresar a lo que quedaba de su pequeña cocina. Los cuatro hombres seguían en el mismo lugar, todavía evitando su furiosa mirada.

—Una cosa más. —Los señaló, mirándoles agudamente. —Quiero que limpien este maldito desastre. ¡Ah! ¡Y pagarán por esto! ¡Quiero de vuelta mi hogar!

Con la última orden, los presentes asintieron, uno de ellos rodó los ojos pero una mirada más de Jin, fue suficiente para callar lo que sea que fuera a decir. Así, por fin dejo la casa para marcharse a trabajar. Entonces quizás podría olvidar las últimas veinticuatro fatídicas horas.

Vier Ehemänner, ein Liebhaber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora