pretty eyes

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Cora miraba cada cierto tiempo por sobre su hombro, intentado abrir a la fuerza la puerta frente a ella sin hacer tanto ruido. Era un trabajo fácil después de haber trabajado más de un año en lo que hacía, no se sentía orgullosa pero era algo con lo que podía sobrevivir, más con la cantidad que su comprador le había ofrecido en ese trabajo.

Al abrirla por completo entro con cuidado mirando a todo su alrededor de la vieja casa a la que había entrado sin tanto esfuerzo, escucho unos pasos así que rápidamente corrio a una de las habitaciones cercanas escondiéndose lo mejor que pudo, vio a un muchacho de su edad mirar con nerviosismo la puerta dañada. Se dio un golpe mental al darse cuenta de lo descuidada que había sido al no cerrarla, antes de que el joven reaccionara le tapo la boca y con fuerza lo tiro al piso con rudeza haciéndolo perder la conciencia ante el golpe.

—Lo siento amigo, pero algo debo de comer hoy —lo amarró de las manos y de los pies sin cuidado, le tapo la boca y lo arrastró al sótano del lugar encerrandolo en un pequeño cuarto donde parecía que estaban las cosas de valor.

Paso unos minutos hurgando entre las cosas hasta que se dio cuenta que lo que buscaba no estaba ahí, habían sido muy clara con ella al decirle que el anillo que buscaba era de suma importancia, sin embargo los detalles eran lo que la habían dudar de la importancia del objeto.

—Carajo—tiro una de las cajas con frustración al no encontrar nada parecido a lo que buscaba.

Se dirigió hacia arriba buscando en cada rincón del lugar hasta que una puerta en el tercer piso le llamo la atención, con seguridad comenzó a subir las escaleras y al llegar a la puerta se detuvo antes de poder poner una mano en la manija.

Escucho ruidos detrás de ella, sin moverse de su lugar intento agudizar el oído girando ligeramente la cabeza, tomando su espada por puro instinto. Agradeció internamente que su rostro estaba siendo cubierto al igual que su físico femenino debido a la ropa ancha que poseía.

La luz de una linterna le dio a la pared frente a ella, en señal de que la habían descubierto, gruñó con molestia girandose por completo hacía el segundo piso, ya no tenía caso ser silenciosa si la habían descubierto.

—¿Te apetece un té mientras saqueas mi casa?

Una voz masculina se dirigió a ella, sin embargo no pudo distinguir a la persona que lo hacía ya que la luz le molestaba en sus ojos, puso su mano frente a ella en un intento por tapar la linterna.

—¿Un terrón o dos?

Antes de que un comentario sarcástico saliera de la boca de la chica, el contrario le lanzó la linterna con fuerza sin embargo está logró esquivarla. Si no fuera por qué su rostro estaba tapado, los presentes hubieran visto la sonrisa altanera de la chica en esos momentos.

—¿Una linterna?—dejo escapar una risa seca—¿Es lo mejor que tienes?

Inclinó su cabeza en un intento por provocarlo, a la vez que sacaba con lentitud la espada de su funda y se ponía en posición frente al muchacho. El contrario la imitó sin quitarle la vista de encima, esto por alguna razón le había gustado a Cora.

Ahora que miraba bien al contrario parecía un poco más mayor que ella, sin llegar a los veinte así que por lo que deducía no era un trabajo muy difícil entrar a una casa de dos niñatos que le jugaban a los casa fantasmas.

—Muy bien—se puso en una posición que Cora sabía identificar, y no solo eso, también sabía cómo atacar —como quieras.

—¿Estuviste practicando tu discurso, no es asi?—jugo un poco con su espada—te imagino entrando por la ventana pensando que ibas a decir a quien había entrado a tu casa a la fuerza y lo único que se te ocurrió fue lo del té.

ANTHONY LOCKWOOD one-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora