Primera parte.
Cuando su familia llegó a Awa'atlu no es que sintiera que eran particularmente bienvenidos. Analizaba desde su lugar todo y a todos con la mirada, sus ojos viajaban de aquí allá reconociendo el nuevo entorno y a la multitud de gente que lo rodeaba, se mantuvo lo más quieto que pudo. La mujer al lado del hombre con el que hablaba su padre se veía reacia por su expresión levemente torcida en desaprobación, se acercó a su madre y habló, o eso creyó, caminó integrante por Integrante de la familia analizandolos, movía sus labios, les estaba preguntando algo.
-¿Cual es tu nombre muchacho? - Se dirigió a su hermano menor aún lado de él, lo observo tranquilo mientras respondía.
-Lo'ak Tsahík- mustió inclinando un saludo formal, rápidamente luego de recibir respuesta puso sus ojos en el otro chico a su lado esperando que dijera algo, como sus otros hermanos, más sería algo difícil, tan sólo la miró a los ojos y replicó el saludo respetuosamente, su hermano habló por el.
-Su nombre es Neteyam , hermano mayor Tsahík- replicó con inquietud.
La mujer observó desconcertada aquella actitud, parecía confundida -¿Por que no puede decirlo por sí mismo? - Cuestionó ante la situación, Neteyam la observaba sin saber bien que hacer, empezaba a sentir nervios nacer en su estómago, se sentía perdido, movió sus manos y sus labios en respuesta hacia la alta mujer como último recurso, preso de la incómodidad pero antes de tratar de decir algo, otra vez, su hermano intervino, tocando su hombro y mirándolo cálidamente para que se calmara, volvió a dirigirse a la ella.
-Mi hermano no es capaz de oír, por lo que hablar se le dificulta, perdone Tsahík-dijo acompañando sus palabras con leves acciones con las manos para que su hermano pudiese entender mejor la situación.
Neteyam no podia oir, era sordo mudo, característica que lo ha acompañado desde el vientre de su madre. Se podría decir que esta acostumbrado, jamás a sentido que le haya faltado nada, se dice por ahí que no se extraña lo que nunca se tuvo, y aunque al comienzo fué difícil para todos, en especial para sus padres quienes los criaron a él y a sus hermanos, con todo lo bueno a su alcance, nunca se sintió excluido o diferente, al menos no con su familia, y si bien, no todo era risas y diversión siempre, el tiempo lo volvió más llevadero.
El asunto de su sordera no se volvió a tocar aquél día, la imponente mujer no dijo nada más y a pesar de su rostro desdeñoso, aburrido y poco amable se decidió que la familia Sully sería acogida por el clan Metkayina, teniendo que volverse parte de este y aprender su camino y costumbres. Neteyam no protestó, no estaba en contra de aquello, en realidad se veía más emocionado que el resto de su familia por el nuevo entorno, no hacia falta que dijera nada, podía notarse en su mirada, recorría todo con curiosidad y tenía mucha intriga por el mar, el cual nunca había tocado realmente, y aunque extrañara su hogar como todos los otros, se esforzó por dar su mayor esfuerzo, más que nada para su familia, "esto es por nuestra seguridad", se repetía una y otra vez, quejarse no ayudaría.
Neteyam era un chico tranquilo, reservado, correcto y amable, un Guerrero excepcional para su edad, pues su sordera no le impidió querer seguir el camino de su padre y menos privarlo del orgullo de este, al fin y al cabo era el hermano mayor, y sería el próximo líder y debía actuar como tal, dar el ejemplo, aunque eso no lo hacía indiferente a las inevitables infantiladas propias de la edad, teniendo como protagonista normalmente a alguno de sus hermanos menores y haciéndose cargo de las consecuencias la mayoría de las veces.
Podía notar las claras diferencias, entre su lugar natal y su nuevo hogar, no se hacían esperar, se desbordaban con tal solo un vistazo. La desemejanza entre sus cuerpos era muy notoria y estaba fascinado, no sólo por el color, si no en proporción, Metkayina era más robusto y pesado, brazos vastos y colas amplias, una caja torácica ensanchada y ojos azules reminiscentes al océano por doquier.
