Despreciable, egoísta, malcriado, maleducado, odioso, irrespetuoso... tantas palabras marcadas en su cabeza sin sentido. Le vio en unas clases de matemáticas y su alfa se volvió loco.
Hermoso, tierno, adorable, amable, dulce, atento, cariñoso, perfe...
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Gyuvin era un alfa de diecisiete años, ya lo había aceptado, y ya había conseguido controlar esos horrendos impulsos de usar su voz de mando.
Esos impulsos a los que nadie le ayudo a controlar.
Para la gente era cualquier insulto y palabra despectiva que pudieras imaginar. Incluso había llegado a ser "el se enrolla con una omega cada noche y no las vuelve a hablar". Como explicar que ni si quiera había besado a alguien aún.
Según los demás era despreciable, egoísta, malcriado, maleducado, odioso, irrespetuoso, incluso habían creado un rumor sobre que estaba metido en líos de drogas y trata.
Si no, ¿de donde sacaba el dinero para sus cosas? Su padre no era nadie.
Miro desde última fila hacia la ventana, las clases de cuarto se daban allí. Y ahí estaba el, con una sonrisa plasmada en la cara. El omega más desastroso pero lindo y tierno a la vez, que había visto en su vida.
Alejo su mirada de la ventana, no se fijará nunca en ti.
Lo sabía, lo sabía perfectamente.
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