Despreciable, egoísta, malcriado, maleducado, odioso, irrespetuoso... tantas palabras marcadas en su cabeza sin sentido. Le vio en unas clases de matemáticas y su alfa se volvió loco.
Hermoso, tierno, adorable, amable, dulce, atento, cariñoso, perfe...
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Cuando se levanto de la cama sintió el frío suelo debajo de sus pies. Y una punzada de dolor en su mandíbula.
Camino hasta el salón y se fijo en un detalle. Su padre tirado en el suelo.
-Papá...- susurro.
-Despierta, son las 7 de la mañana. Deberías ir a la cama y descansar.- Le dijo mientras veía como se levantaba tambaleándose.
No dijo nada, solo se marcho a la habitación, lugar donde cerró con un portazo. Su cuerpo tembló, odiaba los sonidos fuertes.
Eres un desastre.
No puedes ser un alfa.
Serás un cualquiera como tu madre.
Gyuvin se quitó rápidamente las lágrimas de las mejillas y se río, se río de una manera escalofriante. Pero su risa inicio por culpa de su mente retorcida. ¿Por que recordaba todo lo malo siempre?
Pensó en el pequeño omega y su sonrisa y su corazón se sintió más tranquilo.
Se sento en los escalones de su pequeña y desastrosa casa. Aunque ya no se sintiera como ello.
El estómago del alfa rugio y suspiro. En su casa no había comida y no tenía dinero.
Debía ir a buscar algo de dinero, eso debía hacer, ya no le quedaban más ahorros.
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