New York city

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En resúmen, New York es una metrópolis. Sus calles son una pasarela de moda interminable. Acá la gente va vestida como quiere, en serio. Seguramente es porque hay tanta gente que pasa a tu lado, que no trenes tiempo de fijarte en lo que lleva puesto. Podría ir en pantuflas y pijama y nadie te miraría. ¿ O será que en mi país somos demasiados críticos con lo que a uno se le canta ponerse para salir a la calle?. Hacía tanto frío que mis manos estaban de color morado, ya ni sentía la circulación de la sangre.
El taxi dobló en una esquina y ya nos estábamos metiendo por las calles laterales, gracias a dios. Unas diez cuadras más y ya habíamos llegado al edificio en donde tenía mi departamento, piso siete. Saqué las valijas del baúl, le pagué los miles de dólares que predije que me iba a costar el viaje al taxista y entré al lugar. No tenia muchas ganas hoy de recorrer algo, con este frío estaba para dormir y comer, comer y comer. Comer, ¿no había tenido problemas yo con la comida? Sí, unos años atrás. Encima acá la comida más accesible es chatarra, no sé como iba a hacer para no volver a recuperar los veinticinco kilos de más que tenía. Sí.
Le dije al recepcionista que al departamento lo había alquilado por internet, y que estaba a nombre de mis padres. Departamento trece, me dijo. Subí por el ascensor y comencé a imaginarme mis siguientes ocho meses acá. Nada de pendejos, me dije. O sea, nada de hacerme la cabeza con nadie; mis planes y mi vida estaban allá, en Argentina. Esto no tenia que ser mas que una linda experiencia.
Lo cierto es que mi departamento no tenía nada de acogedor, era vacío ( ¿como yo en el tema amor? ). Tenía un mini living, una cocina también súper pequeña, y sí : mi dormitorio, con vista a la ciudad. Hermoso.Todas las paredes color manteca. Me era medio incómodo adaptarme a al espacio tan reducido, mi casa es bastante grande. Pero me iba a adaptar.
Dejé todas mis ropas en el armario, mis libros y cds en la mesa de luz y ya estaba lista para dormir, de comer ni hablar, la verdad es que no había comprado algo para cenar. Un paquete de galletitas oreos que había traído del viaje me hacían consuelo. Y antes de dormirme, me recordé que al día siguiente tenía que conseguir algún trabajo. Traía plata conmigo que me alcanzaba para vivir estos ocho meses sin necesidad de trabajar, tenía lugar para vivir, y hasta tenía plata para gastos extras. Pero quería trabajar, si no trabajaba, seguro que no salía de la habitación en toda mi estadía, como había hecho a los quince años, que ni salia de mi cuarto. La idea era "experimentar". Al otro día tenía por lo menos pensado ir a comprar al supermercado y ver que había en las tiendas. Y conseguir trabajo, me dije.

Hard to Explain (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora