CAPÍTULO 4

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Al otro día me desperté a eso de las nueve de la mañana con un hambre mortal. Tenía que desayunar algo, así que tuve que ir a hacer algunas compras. Salí de la cama, me lavé la cara, los diente y me vestí. Me puse unos jeans azul marino ajustados, unas converse negras (clásicas), y un camperón también negro, con botones grandes, re lindo. Conjunto definitivamente básico. Me eché una mirada rápida en el espejo del baño. Casi no me reconocía, era como una versión más pequeña de mi misma. Tenía el pelo mucho mas largo y castaño, no del todo lacio; de mi cara ya había desaparecido el acné, ahora estaba más blanca y lisa; y mi cuerpo era pequeño, corto. Estaba muy flaca, pero aún conservaba curvas, sobre todo trasero. Cuando tenía mucho sobrepeso,pensaba que era enorme, que era gigante, pero para mi sorpresa, no paso del metro cincuenta y cinco, y no tengo nada de enorme.
Me adentré en algunas tiendas de la ciudad, y llegué a la conclusión de que comprar comida hecha era mucho mas fácil, y menos sano. Me compré uno de esos vasitos con café instantáneo, y empecé a enamorarme de absolutamente todo lo que había a mi alrededor. Nunca me consideré una compradora compulsiva, pero en esta ciudad, tendría que pensármelo dos veces. Seguía repitiendome que tenía que conseguir algún trabajo. Sin excusas.
Literalmente, se me había pasado la vida. Eran las seis de la tarde, comenzaba a NEVAR, y yo seguía deambulando por la ciudad. Ya estaba comenzando a aceptar que me había desorientado, por no decir que me había perdido. Ya estaba por las calles laterales, pero ninguna era la mía. Y bueno, a bancársela, me dije.
De uno de los departamentos de la calle siguiente, salían dos chicos, o hombres. No, eran dos chicos. No me quedaba otra que preguntarle mi dirección a ellos. Seis años estudiando inglés y cuatro meses de inglés para viajeros me tenían que servir para algo.
  Me acerqué un poco más y les dije:
-hola, ¿tienen idea de dónde está la calle 227?
- estás a unas tres cuadras - me dijo uno de ellos.
Los dos eran altísimos, como de un metro noventa. Estaba oscuro, así que no pude verlos bien. Eran adolescentes, no pasaban de los veintitrés años. No sé por qué entre en confianza, pero les dije:
- bueno, la verdad es que estoy perdida.
-te acompañamos si quieres. No sos de acá, ¿cierto?- me siguió diciendo el mismo. Era amable. Parecía algo ingenuo.
- de verdad muchas gracias. Soy de Argentina, llegué acá ayer - les dije
- ahh, Argentina. ¿qué viniste a hacer acá? ¿a estudiar, a vivir?- me decía el chico, mientras me acompañaban al departamento.
- mm, algo así como vacaciones. Me vine sola
-¿sola?- ahora me hablaba el otro, era unos centimetros mas bajo. Ay, su voz. Hablaba muy pausado, me parecia muy dulce. Su forma de hablar digo.
- y sí, sola. Por qué no, ¿qué es lo raro?
- te digo algo, hasta pareces americana por tu antipatía- me dijo en tono amigable, el mas bajo.
- no confundas histeria con antipatía. Aparte, también soy americana. Ustedes no más piensan que son todo América, no es así.
- entonces acá tenés tu versión en masculino, mi amigo Julián.- me dijo el mas alto.
- ja, ¿por qué? Por lo de la histeria seguro lo decís.
  Los tres reímos.
-¿ tenés trabajo? - me dijo Julian.
- en realidad no, estoy buscando uno de medio tiempo, creo.
- buena suerte con eso- me dijo
-vos sos julian, ¿y vos?- pregunté por el chico amable, el mas alto.
- soy Nick, tampoco nos dijiste tu nombre me dijo
-Ana.
Ya habíamos llegado a mi departamento, les agradecí por haberme acompañado. Quería decirles si se podían poner un poco a la luz para ver las caritas de esos dos. Pero, ¿ ya no iba a parecer un poco desesperada?

  

Hard to Explain (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora