Chapter 7

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2 meses más tarde.

Iba camino a la cafetería, bajar del autobús fue todo un desafío, y caminar esas dos calles faltantes aún más, pero tenía que ver a Jungkook, fueron 4 días que no había ido al instituto, su teléfono estaba destrozado así que tenía la certeza de que él estaría molesto.

Pero estaba seguro que entendería cuando le dijera la razón, por una parte había sido ventajoso decirle su situación, evitaba tener problemas con él, los cuales no quería tener ahora que estaban tratando de tener una relación más formal, obvio que Jungkook aún no le decía a su hermano, pero no le molestaba, él tampoco le decía a nadie, prácticamente solo fue como si se volvieran amigos en el instituto, nadie sospechaba nada.

Algo cansado se detuvo frente a las puertas de cristal, mirando hacia adentro, estaba casi vacío, solo una pareja mayor y un señor estaban dentro, alcanzó a ver al azabache sentado en una de las mesas con su teléfono, desde podía ver su ceño fruncido, sonrió animándose a entrar.

La campanita anuncio su entrada, enseguida los ojos del azabache se alzaron a él, pero al verlo su ceño se profundizó aún más al tiempo que se levanta y caminaba a grandes pasos hasta llegar a él, y fue como si de pronto perdiera todas las fuerzas, apenas lo tuvo a menos de un metro, sus piernas le fallaron.

-Demonios Taehyung, quien.. no me digas que ¿fue tu padre otra vez?... Maldición, Mark puedes venir a ayudarme! – llamo al chico que trabajaba ahí, él corrió para ayudar a levantarlo, las tres personas que estaban ahí solo veían en silencio, Taehyung se veía como si hubiera salido de un ring de boxeo.
Lo llevaron a la parte trasera de la cafetería, para que nadie lo viera, lo sentaron en un sofá largo que tenían para descanso, Mark regreso a la caja, no podían dejar el puesto vacío, Jungkook se sentó a su lado observando lo a detalle.

Estaba pálido, sus labios resecos y lastimados, pequeños rasguños en su sien, pómulo y mandíbula del lado derecho, marcas alrededor de su cuello, su tobillo tenía una venda, no sabía si se estaba volviendo, loco, pero cada que su padre le hacía algo, era mucho peor que la anterior, como si tratara de irlo matando poco a poco, con una tortura a largo plazo.

-No me mires así, el doctor dijo que estaré bien – musito agitado, sonriendo apenitas, dejando caer la cabeza hacia atrás, lo que más le preocupo eran esas marcas en su cuello.

-Quieres un poco de agua? – pregunto, él asintio entonces se levantó para ir a llenar un vaso, volvió con él entregándole el agua, la cual se la termino de grandes bocados, otra cosa, es que en esas últimas semanas noto que perdió algo de peso, siempre estaba hambriento cuando iba a su casa.

-Tae, esto no.. ah olvídalo, te traeré algo de comer – musito algo molesto levantándose, sabía que si le decía que eso no podía seguir, que no acabaría hasta verlo muerto, no seguiría de nada, siempre volvía con el tema de que todo eso terminaría una vez se gradué del instituto, pero era duro verlo así, no podía hacer mucho para ayudarlo, estaba pensando muy seriamente hablar con su hermano de una vez, tenían que ayudarlo.

-No te enojes, por favor no te enojes, de todos tu eres el que menos quiero que se enoje conmigo, eres la única persona a la que puedo acudir, Jungkook por favor – pidió con su voz rota, Jungkook que estaba de espaldas a él, apretó los labios cerrando los ojos unos segundos, oyendo como sorbía la nariz, sentía impotencia, pero no podía ignorarlo, él no tenía la culpa de lo que estaba viviendo, volteo regresando con él, envolviéndolo en sus brazos para darle confort y calidez, los brazos del ahora medio rubio se envolvieron en su cintura gimoteando bajito.

-Perdona, no estoy molesto contigo, se que no tienes la culpa, solo me enoja no poder hacer algo para ayudarte ¿Te parece si mejor vamos a mi casa, para que puedas descansar un poco y comer algo? – asintio con el rostro hundido en su pecho, respirando hondo para dejar de llorar, eso también era algo de lo que estaba agradecido, con Jungkook ya no tenía que fingir que todo estaba bien, si tenía que llorar lo hacia y él jamás diría algo sobre eso, le daba el apoyo que necesitaba, podía ser él mismo estando con él, ahora tenía a alguien con quién desahogarse.

Un amor como el café.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora