Sueño frustrado

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6. Sueño frustrado

Faltan unos meses aún para el festival de danza, pero para Claudette está a la vuelta de la esquina. Ha luchado tanto por formar parte de él y por fin está lista, sólo elegirán dos chicas y dos chicos, los mejores de cada género. Se encuentra en el ensayo, esta vez llega temprano por lo que hace los estiramientos del inicio junto a las demás. El ambiente con el resto de las chicas es mayormente tenso, se respira mucho espíritu de competencia y envidia entre algunas, tal y como dijo Chanty. De todas la preferida de Clau es Coral, no es de las más talentosas en cuanto al ballet, pero como persona es excelente.

Cuando terminan los estiramientos comienzan a ensayar, todas en sus posiciones siguiendo las instrucciones de la profesora como es rutina.

...

—Estoy cocinando justo ahora —cuenta Clau por teléfono.

—¿Es para los niños del orfanato? —pregunta su amigo.

Clau continúa revolviendo la pasta, sosteniendo el celular entre el hombro y la cabeza.

—Sí pienso llevárselos hoy. No sé cuánto tiempo hace que no comen algo rico, ya sabes, el lugar se está quedando sin presupuesto —responde Clau con un gesto de tristeza.

—Linda, pero no tienes por qué tener tanta carga encima de ti. Todos los meses donas dinero, creo que es suficiente.

Las palabras de su amigo la decepcionan un poco.
—Enzo, hablamos de doce niños desamparados. Cuando se trata de ayuda nunca es suficiente —replica —Además, disfruto mucho cocinar, ya lo sabes.

—Aunque no se te de muy bien —dice él y ambos ríen.

Es muy cierto, la cocina para Clau es de esas cosas que internet le llaman "sueño frustrado", por más que lo intenta nada le queda rico.

—Me enteré que fuiste a mi exposición de escultura ¿Qué tal te ha parecido?

Cierto, Claudette y Chanty han visitado la exposición de él, y ella no tiene la mejor opinión de las esculturas de esta vez. Sabe que su amigo es capaz de hacer obras mucho mejores, sin embargo, no quiere lastimarlo con sus palabras, la hipocresía tampoco es una opción.

—Me alegro mucho del éxito que estás teniendo Enzo, y más después de todo el trabajo duro que te ha costado —se limitó a decir.

Casi pudo imaginar la sonrisa de su amigo al otro lado de la pantalla, y se alegra una y mil veces de no haberle hecho un comentario negativo. Lo que piensa de sus esculturas no pasa de ser una opinión propia, no le resta valor al duro trabajo de Enzo, por lo que no ve necesario tener que lastimarlo con sus palabras. Porque muchas veces pasa que lo que decimos hace daño.

—Gracias linda.

Él siempre le ha dicho "linda" de apodo a Claudette, desde que se conocieron en la secundaria, por lo que está acostumbrada.

—Oye, tengo que colgar, voy a terminar la pasta para luego llevarla al orfanato. No olvides visitarme cuando vuelvas de tu gira.

Cuelga el celular y lo pone encima de la mesa. Le falta poco para terminar la pasta, en verdad le gusta cocinar, es algo de las muchas cosas que heredó de su padre. Aunque ni de chiste se le da tan bien como a él, Clau es un punto medio entre quienes queman hasta el agua y los chefs. Conoce lo básico, recetas como: arroz, pasta y verduras al horno.

Se prepara para salir, agarra la olla sin saber muy bien de qué manera llegará a el orfanato. Tiene en una mano la gran cacerola llena de pasta, mientras que en la otra, una bolsa con la doce platos y doce tenedores. No le queda lejos, de hecho, el orfanato está a solo cinco minutos a pie de su casa. A cada paso siente que en cualquier momento caerá, sin embargo, le pasa algo mucho peor, él, sí él, esa persona a la que detesta pasa caminando con otro que parece ser su amigo por delante de ella.

—¿Te ayudo? —dice el desconocido acercándose a Clau.

—Bueno, no me vendría mal —no pudo negarse, era demasiado para sus delgados brazos.

El muchacho agarra la olla y la bolsa con una facilidad increíble.

—¿Hacia dónde te diriges?

Ella no puede sacar su vista de Kian. Le detesta.

—Se te ha quedado tu pañuelo —dice Kian acercándose a ambos.

Ella lo ignora completamente.

—Voy hacia el Orfanato Clair de Lune.

—Está muy cerca, puedo acompañarte —dijo el chico amable.

Kian lo mira intentando que cambiase de opinión.

—Hermano, vamos tarde y casi comienza tu cita.

—Ella necesita ayuda, un par de minutos no harán la diferencia.

Para Claudette no parecen hermanos, es que son demasiado diferentes a su punto de vista. Por otro lado, Kian tampoco quiere estar un minuto más cerca de ella, por lo que el odio es mutuo.

Caminan los tres por la acera durante unos cinco minutos que se hacen eternos para Claudette y Kian. Llegan al orfanato a la hora adecuada, Clau sabe que en ese momento están jugando en el patio. Los recibe Charlotte, la señora encargada del orfanato.

—Muchas gracias por la ayuda... —hace silencio pues no sabe el nombre del chico.

—Bastian, me llamo Bastian. No hay de qué.

Se despiden Bastian y Claudette. A ella ese nombre le parece conocido pero no consigue recordar de dónde. Kian y ella se dan una última mirada capaz de apagar un incendio y Clau procede a entrar.

—Claudette, querida. Es un gusto volver a verte.

—El gusto es mío Charlotte. He venido a dejar esto para los niños, pero debo irme rápido, tengo asuntos que atender.

Cierto, ha olvidado algo.

N/A
Advierto que en el siguiente capítulo se entenderán muchas cosas. Y se desata el misterio que tendrá este libro.

No hay trono para dos (EN CURSO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora