Por la mañana desperté y me encontré con Pablo sin su remera puesta, aparentemente en medio de la noche se despertó y se deshizo de ella porque lo último que recordaba es que ambos nos acostamos complemente vestidos.
Estaba boca abajo, sus pestañas reposaban sobre sus mejillas, su labios se separaban por una corta distancia, su cabello completamente alborotado, su espalda descubierta dejaba a plena vista un camino de lunares que iniciaba en su espalda baja y llegaba hasta su rostro.
Sus lunares. Nunca les presté la suficiente atención. Parecen pequeñas estrellas esparcidas en el cielo o pequeñas gotas de pintura salpicadas en un lienzo, como si de una obra de arte se tratase. Sí, eso es Pablo. Una obra de arte que a simple vista es hermosa pero inentendible, que cuanta mas atención le pones encontrás pequeñas características que la hacen única.
Me incorporé y tomé mi móvil para revisar la hora, ya que, la ventanas estaban completamente cubiertas y no entraba una gota de luz a la habitación. Ya debíamos levantarnos, la cocina abrió hacía una hora y no había mucho tiempo para desayunar y debíamos llegar en horario a la reservación.
-Arriba pequeño saltamontes debemos irnos -Lo removí del brazo intentando despertarlo.
-Cinco minutos más -Habló con su voz ronca sin abrir los ojos y sin moverse.
-No Pablo -Me negué cruzandome de brazos consciente de que no me estaba mirando.
-Aun tengo sueño -Se quejó aun con sus ojos cerrados.
-Paez -Le advertí.
-No me llames así -Finalmente abrió sus ojos pero me dió una mirada de recelo.
-¿Y cómo debería llamarte, Páez? -Mi tono salió burlón. Nunca le había molestado que lo llame así, era una novedad y la usaría a mí favor.
-Cariño -Me regaló un sonrisa de dientes que lo hacía ver inocente, cuando ambos sabemos que es todo menos inocente.
-Cariño, ¿Podrías levantarte? -Le hablé de manera suave, acariciando su mejilla para convencerlo.
-No -Soltó junto a una risita y se giró dándome la espalda.
-Eres un pesado -Bufé frustrado, se vendría una larga discusión sobre lo que cada uno quería.
-Me quieres muchísimo -Dijo seguro.
-Eso crees tu -Le di una pequeña colleja en la cabeza que fue respondida con el golpe de una almohada y acompañada de su risa maliciosa.
Bien. Luego de una intensa pelea de almohadas cedí ante sus súplicas de descansar unos minutos más. No voy a mentir, me rendí ante sus pucheros y ojitos de perro mojado. En mi defensa se aprovechó de mi estado de vulnerabilidad del que sabe que tengo cuando se trata de él o sus pedidos. Es un pequeño manipulador y yo su pobre víctima.
Surgieron pequeños problemas. Teníamos un viaje de tres horas hasta el hotel, no lo había previsto antes de realizar la reserva y Pablo lo único que hizo cuando lo supo fue mirarme como si quisiera saltarme encima y arrancarme la garganta. Lo único que me aseguraba que no moriría es que tendríamos que viajar en un taxi y eso implicaba que haya una tercera persona.
El auto llegó y subimos, el chofer nos dijo algo en su idioma que no comprendimos y decidimos solo mostrarle la dirección en mi móvil para que comience el camino. Deseaba que fuera un viaje corto pero deseaba aún mas que los estadios en los que se jugarían los partidos quedarán a una distancia corta del hotel.
Sentí un pequeño peso caer en mi hombro, volteé y me encontré con Pablo dormido, no comprendía su capacidad para dormir una cantidad abundante de horas y aun así, tener sueño. Sin embargo, le permití continuar, se lo merecía luego de todo el cansancio acumulado durante la última semana.
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Centrado [PedrixGavi]
RomanceEl evento mas importante en el mundo del fútbol se encontraba a la vuelta de la esquina. La selección española estaba complemente feliz por ser parte del mundial. Pedro González, un canario de 19 años. Centrado solo en su carrera futbolística en su...