Capitulo I

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-capitulo 01

1928

En los años 20, las mafias sicilianas al igual que las francesas eran populares y muy vistas en tiempos de ley seca, en cualquier esquina podrías encontrar autos lujosos y hombres vistiendo muy glamurosos en su día a día. No eran tan frecuentes las luchas de las familias sicilianas, ya que esto estallaría en una guerra sin retorno entre las 5 familias qué controlaban gran parte de Italia, y junto con eso, a los políticos y los franceses.
El gran mercado negro siempre fue activo, ellos controlaban todo el tráfico de heroína hacia los Estados Unidos, y aunque dentro de Italia siempre había pequeños enfrentamientos, "Cosa Nostra" siempre se mantenía dentro del país. A pesar de haber tenido roces con los franceses, nunca hubo una gran guerra de mafias entre ellos, o al menos no hasta ese momento.

Un inmigrante francés escapaba de aquel pequeño lugar donde era buscado por ser un poco despistado y haber robado varios cheques de la mafia. Ahora, el corría por las calles de Italia donde debía mantener un perfil bajo si no quería encontrarse de frente con gente de la Cosa Nostra, quienes inmediatamente se darían cuenta de su acento francés y lo mandarían directamente de regreso a Francia, donde solo lo esperaba un disparo en la frente.

La gente en Sicilia no era precisamente amable, vivían todo el tiempo con la presencia de la Cosa Nostra, por lo que era normal que fuese poco común ver a un francés en tierras italianas. Era mucho más notable cuando su ropa inmediatamente levantaba miradas, llevaba unas botas negras, un pantalón sucio que antes era un blanco claro y que ahora estaba lleno de manchas de carbón, una chaqueta azul oscuro con un escudo francés en su parte delantera izquierda y algunas insignias en su brazo derecho, las cuales claramente no eran italianas. Tenía el cabello desordenado y una mirada perdida, era un claro ejemplo de un vago inmigrante en Italia.

En un momento cuando comenzó a despertar miradas y señalamientos, corrió rápidamente hacia un callejón oscuro para intentar ocultar su deslumbrante moda francesa. Si bien el chico conocía de la mafia, solo se había involucrado en lavado de dinero por que se le daban bien las cuentas, pero el no conocía lo que había debajo de la mesa, lo que en la mafia era realmente experta, que no era precisamente en el lavado de dinero.

El callejón no tenia el mejor olor, y desde luego aunque hubiera escapado de Francia no pudo evitar pensar que los callejones de Francia no olían tan mal como los de Italia. Este pensamiento fue interrumpido por una voz italiana hablando a pocos metros de él.

- "¿Ti sei perso, compagno?" - (¿Estas perdido, camarada?) - Dijo aquel hombre con voz apagada.

El chico no supo cómo responder, ni siquiera sabía si era una pregunta o afirmación. No quería ser rápidamente visto por su acento francés, por lo que se limitó a asentir y mantener la calma como si no le fuese importante, borrando cualquier expresión de su rostro. Solamente tomó asiento en el frio piso de aquel callejón.

-"Sei nuovo qui, ¿vero?" - (Eres nuevo por aquí, ¿cierto?) - Dijo aquel hombre.

El chico solo volvió a menear su cabeza de arriba abajo y volteando hacia la calle, intentando no tener contacto con el hombre. Apenas comprendía algo de italiano, pero su acento era muy llamativo para intentar hablarlo.

Antes de que el hombre dijese otra palabra, el chico se puso de pie y salió del callejón con paso veloz a buscar un lugar donde descansar, mientras trataba de pasar lo más sigiloso posible, levantó solo un poco la mirada al menos antes de notar su uniforme en su tormentoso paso veloz.
Miró un café muy lujoso y llamativo, llamado "LuckyDay", no era un café siciliano ni francés, si no neoyorquino. Pensó que tal vez era un buen lugar para tomar una pequeña taza de café, se quitó su chaqueta y la colocó encima de su antebrazo para evitar los parches y medallas francesas. Se adentró al café donde planeaba ser un lugar tranquilo, pero al entrar su primera vista fue varias mesas repletas de gente con sombreros negros y abrigos oscuros, siendo claramente gente de Cosa Nostra. Trató de mantener su calma y notó que no solo era un café, si no un bar al parecer. Se acercó a la barra y miró a la bartender, una mujer madura o por lo menos arriba de los 30, bastante curvilínea y atractiva, la cual clavó su mirada en los ojos del muchacho. Levantó la ceja en señal de confusión, deduciendo qué le estaba preguntando qué era lo que quería pedir. Su mente pedía agua, pero no sabía cómo pronunciarlo en italiano, por lo que recordó una de las bebidas que más se bebía en Francia, Wiski. Era una bebida famosa por ser difícil de traficar, y obviamente por ser increíblemente adictivo para la época. No había mejor alcohol que el Wiski, sobretodo en la Ley Seca que estaba prohibido el alcohol y la venta de el, pero obviamente las mafias solo aumentaron su poder y se disparó 10 veces más que antes. El chico pronunció la palabra directa y sin titubear.

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