Capitulo VIII

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capítulo 08
 
2 meses después, agosto 15…
 
El departamento de Valden había quedado abandonado luego de los incidentes hace unos meses, por lo que ambos hombres que anteriormente vivían ahí, se instalaron en un terreno escondido algo lejos de la gran central de Sicilia, en donde se mantenían ocultos de la mafia francesa e italiana, que ahora estaba controlada igualmente por Frederick.

Al pasar las semanas, ambos jóvenes se aislaron del mundo, renovaron una vieja cabaña abandonada con lo poco que les quedaba de sus ganancias, y plantaron un pequeño huerto.

Edgar se mantenía a través de los contactos seguros que él tenía, trabajando como sicario, y de repente vendiendo las cosechas que sacaba de su huerto junto a Luca.

Valden estaba completamente agradecido de vivir pacíficamente por lo menos algunos meses, disfrutaba cada día que podía, dado a que sabía que en lo profundo de su corazón algo malo sucedería tarde o temprano.

Mientras tanto, Luca sentía que su relación con Edgar era cada vez era más cercana, se tenían el uno para el otro, y sin embargo el italiano seguía manteniendo su distancia.

Tal vez, en otros tiempos Balsa hubiese deseado llegar a algo más, pero en aquellos tiempos la homosexualidad era impensable, y si es que lo era, enormemente castigada.

A lo mejor el que estén aislados del mundo impulsaría a Luca a acercarse más a Valden, no había personas que pudiesen juzgarlos, o ley que pudiese detenerlos.

En aquellos días de verano, los saltamontes ya se escuchaban, sobretodo en el extenso terreno en que vivían.

Era época de sandías, por lo que Luca había decidido plantar algunas para vender. Llevaba puesto una arrugada jardinera, junto unos sucios guantes cubiertos de tierra y un sombrero de paja por el fuerte sol.

Entró a la cabaña en donde Edgar se encontraba haciendo crucigramas en el viejo sillón de tela desteñida. Se quitó los guantes y el sombrero, y se sentó al lado del inglés. Valden ni siquiera se inmutó a la llegada del francés, sólo siguió concentrado en su crucigrama como si él no lo estuviese observando.

- “Edgar…”- Balsa posicionó suavemente su mano en el muslo del italiano, desconcentrándolo repentinamente de su crucigrama, poniéndose algo nervioso.

–“¿Cuánto tiempo más crees que seguiremos ocultos?, tarde o temprano la mafia o la policía nos encontrará”-.

Valden se volteó a ver a los ojos al francés, podía reflejar su mirada en los ojos oscuros de este.

-"No lo sé…solo quisiera disfrutar el tiempo que nos quedamos aquí”- Dijo seguro de lo que quería.

Se quedaron un rato en silencio, Edgar observando la mano que seguía posada en su muslo.

–“Yo sigo siendo un asesino, Luca, hagamos lo que hagamos nuestro historial jamás se borrará”-.

Luca tomó con su otra mano el mentón al inglés, tal como el hizo alguna vez lo mismo.

- “Ambos tenemos manchado el historial, pero pase lo que pase me quedaré a tu lado”-.

- “P-por qué dices esas cosas tan de repente, imbécil”- Dijo nervioso Valden.

- “Porque crees Edgar, porque es la verdad. Llevamos dos meses tratando de ocultarnos y salir adelante después de todo, y a pesar de eso nunca te he preguntado que sientes por mí, ¿somos solo aliados, amigos, o algo más?”- Dijo con voz suave el francés, ambos rostros estaban tan cerca que podían escuchar la respiración del otro, y sus labios estaban casi rozando.

Mientras Luca le preguntaba aquellas cosas que le comían la mente seguido, recordaba esos acercamientos que había tenido con Valden, esa suave caricia con la yema de sus dedos en sus labios, esos azules ojos que le recordaban el mar de su tierra natal cada vez que los veía.

Recordaba esos pensamientos intrusivos que se le venían de vez en cuando, como la delgada pero atractiva figura del inglés, o su cansado pero adorable rostro las veces en que lo encontraba durmiendo en el sofá.

- “Yo…”- Valden estaba igual de rojo como las veces que se enojaba, pero en este caso era por la vergüenza de sacar a luz sus verdaderos sentimientos, que pensó esconder con la mayor discreción.

Desde aquella noche en que tocó los labios del francés, no ha sabido que sentir por este. Odiaba sentirse débil o vulnerable, así que siempre negó el que le llegará a atraer, pero por más que evitará aquel pensamiento, llegaba a ser inevitable.
Se limitó a chocar sus labios con el francés, expresando todo aquello que sintió por tanto tiempo.

- “Eso es lo que siento, ¿feliz, francés?”- Dijo Edgar con voz baja, mirando a los ojos a Balsa, quien estaba igual de rojo que él.

- “No, no me basta”- Luca volvió a besarlo, botando el crucigrama al suelo y poniendo al inglés bajo suyo en el sofá.

Valden se dejó llevar por sus emociones y abrazó por el cuello al francés, quien lo había agarrado de la cintura y lo besaba una y otra, y otra vez, casi sin dejar respirar a Edgar.
 
Balsa tomó la oportunidad y entre medio de los besos y suspiros, metió su lengua, tomando por sorpresa a Valden. No es que no haya tenido besos de esa clase antes, pero nunca lo había hecho con alguien con quien tenía sentimientos desarrollados.
Ambos hombres se dejaron llevar por el momento, terminando los dos en la cama.
 
1928, septiembre 5
 
A 83 días de la muerte de Paganini, Balsa se encontraba sentado en aquel desteñido sofá, mientras leía el diario. Edgar lavaba las cosechas para que luego Luca cocinara, la cocina no se le daba nada bien al italiano.
Ambos tenían una mentalidad realista sobre su situación, sabían que en algún momento se acabarían esos días de tranquilidad y Frederick los encontraría.

Luca dejó el diario en el sofá, parándose para abrazar por la cintura a Valden, mientras este se ponía algo nervioso por el acercamiento. Aún no se acostumbraba al amor de Luca, nunca pensó que llegaría a amar a un hombre como él.

Valden había sido criado duramente por su padre, quien no era alguien muy amable, y mucho menos alguien que amaba a su hijo.
 
1923
 
- “Edgar, cuanto tiempo tengo que corregirte para que comprendas que ser un Valden representa más que solo ser un niño inútil, a tu edad deberías estar llevando a tu familia más alto, ¿o acaso crees que esto lo logre haciendo nada?”- Decía su padre, enojado por la actitud de su hijo.
Inglaterra pasaba por un mal momento, y Edgar no tenía tiempo de frenar su vida. Su padre quería que comenzará a ser alguien de provecho, y sumado a que él era un veterano de guerra, los traumas habían roto al hombre, lo cual terminó afectando a su familia. Maltrataba y presionaba al joven Edgar a ser como el, quien había crecido con el sentimiento de abandono y desagrado por su padre. Varias veces lo golpeaba y lo insultaba, su vida siempre fue amarga desde su nacimiento, condenando a su madre con solo nacer.
Su padre falleció el año siguiente a causa de cáncer pulmonar. Edgar quedó solo, por lo que migró a Italia con la esperanza de renacer en un país qué estaba estable económicamente, comparado a Inglaterra en aquellos tiempos.
Con solo tocar el concreto de Sicilia y sus grietas, notó que aquel lugar el crimen daba de comer a los niños y adultos. Nada era lindo, pero era un ambiente algo parecido a como lo era con su padre, un campo de guerra entre gritos, insultos, violencia y drogas.
 
1925
 
Valden conoció a Paganini en un restaurante donde él trabajaba como garzón. Atendió al señor Paganini, el capo de Italia, quien apenas cruzo miradas con él, le hombre le sonrió de oreja a oreja y le dijo:
- “Oye, niña de cabello largo, si, tu”- Dijo Antonio apuntando a Valden.
- “S-soy un chico señor” - Dijo Valden algo apenado por las palabras de Paganini.
- “Si, eso es obvio, pero tu cabello es el de una niña, bueno da igual, ¿trabajas aquí?” - Le preguntó el hombre.
- “Si, soy recién llegado” – Le respondió Valden sin mantener contacto visual.
- “Ya veo, bueno, ¿quieres trabajar para mí?” -  Preguntó Antonio mientras le hacía señas de que se acercara más.
- “Me halaga la oferta señor Paganini, pero n-no quiero problemas” - Dijo Valden haciendo un gesto de negación con la mano.
- “Oye amigo, tranquilo, solo serás mi trabajador, además ya estás trabajando para mi si vives en Sicilia, solo cálmate” - Dijo Paganini sonriéndole.
 
1926
 
Paganini enseñó a Valden sobre el negocio, y ya poseía conocimientos sobre armas gracias a su padre, así que era hábil. También poseía buenos dotes como negociador. No fue hasta que jaló su primer gatillo qué conoció lo que era matar, tardo meses en captar que había asesinado a alguien, pero cuando quiso pensar en su crimen una mañana,  se dio cuenta que no había pensando en su asesinato en todo el día como antes hacia, lo cual comenzó a quitarle esa sensibilidad al joven Valden.
El inglés comenzó a verlo como un negocio, en donde si no eras el asesino, eras la recompensa.
 

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