Capitulo IX

31 6 0
                                    

capítulo 09
 
Presente, septiembre 5
 
Edgar fue interrumpido por sus pensamientos al escuchar el teléfono sonar. Nunca recibían llamadas que no sean por negocio, por lo que a ambos hombres les pareció extraño.
-“Debe ser algún cliente, quédate aquí Luca, yo contesto” – Dijo Valden para luego recoger la llamada. Una voz conocida se hizo presente.
 
-“Valden, cuanto tiempo, pensé que no contestarías, pero tu siempre has sido el numero 1 en tu trabajo, es obvio que una llamada significa dinero para tus oídos” - Dijo Frederick con voz calmada y fría detrás de el teléfono.
-“¿Que necesitas, marica?”- Dijo Valden con odio contenido.
-“Ja!, mira quien habla, pero tranquilo, llamo para saber si Luca esta bien, ¿necesitan ayuda?, saben que yo y Vera podemos ayudarlos si gustan”- Dijo Frederick su tono de voz sádico y sin emociones, como un cuenco vacío.

El silencio se hizo presente en la llamada, la tensión se podía cortar con un cuchillo, pero Frederick no se entretuvo más.

-“Quiero acabar las cosas, esta tarde podemos solucionar todo, solo iremos yo y Vera, pero necesito que Luca y tu estén presentes en el muelle”- Dijo Frederick tranquilo.

-“Eres un tramposo, se que en cuanto salga me mataras, pedazo de mierda”- Dijo Valden con enojo.

-“Si quieres arreglar las cosas en el muelle tienes solo esta tarde, si no quédense encerrados, desde mañana los tendremos rodeados si no se presentan en unas horas”- Dijo Kreiburg colgando la llamada abruptamente.

Edgar se quedó analizando toda la llamada de recién, hasta ser interrumpido por la voz del francés.

-“Ey, ¿pasó algo?”- Preguntó preocupado Luca, viendo como Edgar seguía con la oreja pegada al teléfono.

-“Luca, Frederick quiere que nos reunamos con el esta tarde, sabe nuestra ubicación así que no es una opción no ir”- Dijo Edgar mientras miraba con cansancio y pena a Balsa.

Un ruido persistente estaba dentro del oído del francés, un tintineo similar a un recipiente a presión, algo que estaba apunto de estallar.

Después de escuchar las palabras de Valden, salió de su pequeño trance y solo respondió un “esta bien”.

Valden sabia que ese día podría ser el ultimo de su corta vida, teniendo no más que 19 años metido en la vida del crimen, al igual que Balsa, con tan solo 18.

El ambiente en la ahora hogareña cabaña se volvió fría, helada y hasta triste.
 
Horas después…
 
Valden tomó dos armas al igual que Balsa, junto a unos cuchillos escondidos. Partieron hacia el muelle, la lluvia haciéndose presente en pleno verano.

Mientras tanto, el pálido francés se puso de pie y abrazó a Vera, planto dos besos en su cuello, a lo cual la mujer rio un poco.

-“¿Estas cariñoso, Frederick?”- Dijo Vera abrazando el cuello del hombre.

-“Hoy se acaba todo Vera, por eso te abrazo” - Dijo Frederick con mirada perdida.
La mujer sintió una presión en su pecho, un mal presagio, pero igualmente besó los labios del hombre antes de que el mismo se alejara de ella.
 
1910
 
Vera era una niña de solo 15 años, estaba sola y abatida por la vida en las calles de Marsella. Sus padres la abandonaron junto a su hermana, el hambre era tan grande, así qué no tardo mucho en que su hermana se fuera de su lado a causa del hambre. Su cuerpo frio y ojos vacíos en aquel cascarón donde alguna ves estuvo su hermana, ahora no quedaba nada.
Después de un año, conoció a Frederick, un joven de sus mismas raíces, pobre en las calles de Marsella. El joven se había metido en las malas mafias del mundo, pero a pesar de todo tuvo del corazón de ofrecerle una mano para salir de aquel hambre que la aturdía todas las noches.

-“Hola, ¿como te llamas niña?” - Dijo Frederick con aquella voz fría de siempre.

-“Vera...Vera Nair” - Dijo la niña sin fuerza.

-“Ya veo, Vera Nair” – Frederick suspiró y se quitó su chaqueta, la cual colocó sobre Vera,  antes de cargarla en sus brazos para llevarla a su auto.

-“¿¡P-pero que haces!?, t-tu ropa se ensuciara” - Dijo Vera, quitándose la chaqueta de Frederick de encima suyo, y tratando de soltarse de los brazos de sus brazos.

-“Tranquila, estoy para ayudarte Vera”- Dijo Frederick mientras bajaba a Vera y abría la puerta del auto.

Vera se sentó en el asiento de copiloto, y Frederick tomó el volante, encendiendo el auto y manejando hacia algún local de comida, en donde compró una comida que le recordaban a los días de su infancia.
Una pizza grande de 14 rebanadas.
 
1912

Vera se crío junto a Frederick como una niña pequeña en un mal mundo, pero el nunca la dejo involucrarse mas allá de las cuentas y el manejo de negocios. Nunca dejo que conociera la sangre detrás de sus manos.
 
1920
 
Mientras dormía junto a Frederick. recordaba a su hermana, deseando haber conocido al hombre un poco antes. Tal vez, ambas estarían vivas y junto al hombre de corazón frio pero de oro, quien le salvó la vida y la cambio para una mejor.
 

En El MuelleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora