Bad Liar; Bakugo Katsuki

XI

Nuevamente, Sekijiro-sensei, encargándose de denigrar a la clase A. No logro comprender esa competencia que hay entre él y mi tío. A pesar de que sabe que en su salón se encuentra la sobrina de EraserHead, no se abstiene de hacer algún comentario. Pero, bueno, uno se tiene que acostumbrar a todo eso.

Estaba tan metida en mis pensamientos que me surgió uno que me dejó completamente atónita. El beso con Bakugo. Al principio, no le quería corresponder, estaba tan negada a hacerlo que más de una vez lo empujaba, pero... El sabor de sus labios, a miel... La manera en la que me besaba, tan dulce aún cuando su temperamento es agresivo...

Sacudí mi cabeza para sacarme ese recuerdo. Cuando miré a Kendo, la vi dibujando pequeños círculos, así que se me ocurrió hacer lo mismo.

Pero me di cuenta...

Que fue un error.

Al ver lo que había hecho... Inmediatamente cerré el cuaderno siendo un golpe seco al momento en que las hojas del cuaderno golpearon entre si para cerrarse.

— ¿Todo bien, Aizawa? — preguntó el profesor. Sonreí nerviosa y asentí. Él, dudoso, continuó con la clase.

Respiré hondo para relajar mis tensos músculos. Nuevamente abrí el cuaderno y miré el dibujo...

¿Por qué dibujé a Bakugo con su traje de héroe?

Respiré hondo, cerré el cuaderno y levanté la mano. Necesito despejar mi mente.

— ¿Puedo ir al baño? — pregunté.

— Adelante — respondió Sekijiro-sensei. Me levanté de mi asiento para dirigirme a la salida cerrando la puerta a mis espaldas.

Los pasillos se encuentran vacíos y así puedo tener más tranquilidad. El sonido de mis zapatos sobre el suelo me traía a la realidad.

Ese beso no volverá a pasar por más que lo quiera.

Miraba las líneas de las baldosas. Evitaba tocarlas con mis pies. Me recordaba a cuando era niña y jugaba con mi tío Shota y Hizashi que, quien tocaba la línea del adoquin, tenía que comprarle un helado a los otros dos. Mi tío siempre se dejaba perder porque se veía feliz al verme feliz. Por esa razón lo quiero mucho. Gracias a sus cuidados, atenciones, su apoyo incondicional, su cariño, sé lo que valgo y que no merezco menos de lo que él y yo misma me doy.

Al momento de girar por el pasillo escucho otros pasos, los cuales me obligaron a levantar la cabeza.

— ¿Otra vez? — preguntó molesto.

— Estamos en la misma escuela, idiota — dije y él hizo una mueca. Al pasar a su lado me doy cuenta que esta vez está usando la corbata pero está chueca; así que me detuve a su lado sólo para acomodarle la corbata. Sentí que se puso tenso hasta que retiré mis manos de la tela —. Voy al baño. Nos vemos luego, Bakuidiota.

Seguí mi andar dejando al rubio atrás. Olía rico, a vainilla. Es un aroma tan agradable que casi me quedo ahí con él con tal de volverlo a oler. 

— Hey — pasó a mi lado para luego quedar frente a mí — ¿Me ayudas otra vez? — preguntó, sonriendo coqueto. La corbata estaba chueca y con el moño desenredado, así que de nueva cuenta la volví a acomodar.

— Hasta luego.

Di algunos cortos pasos para volverme a detener. Él mismo se está desenredando la corbata. Sonreí al ver que pasó a mi lado y se detuvo enfrente por el mismo pretexto.

— Esa corbata no sirve — djie —. Mejor te presto la mía.

— ¿Huh? — dicho y hecho, luego que me retire la  corbata, se la puse a él en el cuello de su camisa para luego acomodarla luego de haberle quitado la otra —. Saori...