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Por más que intentaba abrir los ojos, le era imposible despegar los párpados. Era como si los tuviera fundidos, y la cabeza le retumbaba con fuerza. Aun así, fue capaz de reunir energías suficientes para liberar sus ojos de la oscuridad y despertar de ese sueño repleto de sombras y gritos.

No se sorprendió al notar que seguía en la misma habitación en la que los encarcelaron a él y sus amigos, aunque no tenía claro cómo fue qué llegó ahí en primer lugar.

—Al fin despiertas —escuchó la inconfundible voz de Gray, por lo que lentamente se incorporó para ver a su amigo, desconcertándose un poco al observar que aún llevaba puesto el traje de anoche.

—¿Qué pasó? ¿Dónde está Lucy? —cuestionó Natsu al no tener señales de la rubia.

—Natsu —pronunció Erza en un tono lento y serio—. Lucy no se encuentra aquí.

El pelirosa se levantó de golpe directo a la puerta para comenzar a golpearla.

—Cálmate. No lograrás nada haciendo eso —dijo Gray mientras trataba de retenerlo, mas sus palabras no tuvieron impacto sobre Natsu.

—¡Suéltame! ¡Tengo que buscar a Lucy! ¡Ellos se la llevaron!

—Tranquilízate. No hay nada que podamos hacer por ahora —Erza se le plantó enfrente, conectando sus miradas para transmitirle que, a pesar de que ella también estaba preocupada por su amiga, por el momento era mejor mantener la serenidad para encontrar la solución más conveniente de resolver el problema.

El momento fue arruinado por el estruendoso sonido de la puerta al ser azotada, de la cual apareció Brandish con su usual semblante aburrido.

—Se acabó la siesta. La hora ha llegado —anunció, para que posteriormente ingresaran varios guardias y se llevaran a los magos por la fuerza hacia su fatídico destino.

[...]

Tras forcejear durante todo el camino, los magos llegaron a una sala con paredes de piedra, en las que colgaban espadas, arcos de flechas, hachas, y otros tipos de armas mágicas. También había percheros con ropa para combate y zapatos bien alineados en el piso.

En la sala se encontraban algunos de los miembros de Fairy Tail portando uniformes similares; no obstante, Natsu le prestó poca atención a ese detalle para dedicarse a buscar a Lucy.

—No empujes, Natsu. ¿Qué es lo que te tiene tan inquieto? Además de los juegos, claro —se quejó Gajeel, ya que el muchacho lo había hecho a un lado con brusquedad para continuar con su búsqueda.

—Anoche los guardias se llevaron a Lucy y no la encuentro por ninguna parte —respondió mientras olfateaba el aire y buscaba detrás de los percheros.

—¡No puede ser! Lo mismo le sucedió a Elfman —comentó Lisanna.

—Y a Juvia —añadió Mirajane.

—Y a Wendy —le siguió Levy.

—Y a mi padre... Digo, Gildarts —agregó Cana.

—Y el maestro tampoco está aquí —observó Erza.

—Esto no puede estar pasando. Me niego a salir allá afuera si ninguno de ellos aparece en este instante —exigió Natsu, aterrorizando a los sirvientes que se encontraban ahí con su ferocidad.

—Creo que yo puedo ayudar a resolver sus inquietudes —la princesa Hisui hizo una aparición sorpresa, luciendo tan pulcra y calmada que daba miedo—. Verán, sus amigos fueron llevados a otro sector de la arena porque no está permitido que todos los magos de un mismo gremio estén en la misma área. ¿Quedó claro? Así que no tienen que preocuparse por ellos, al menos por el momento.

Los Grandes Juegos MágicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora