Capítulo 7. Una cena de ensueño.

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Era jueves y exactamente a las 7:00 p.m. Damián ya esperaba a Regina afuera de su departamento.

—Te ves muy hermosa Regina.
—Gracias, tú te ves muy elegante con ese traje Damián.

Damián llevó a Regina a un restaurante de comida tailandesa y que gracias a que conocía a Manuel, el dueño mando cerrar el restaurante para ellos dos solos, creo el ambiente perfecto con velas aromáticas, rosas color de rojo y blanco y contrato a un pianista que interpretaba sera de Ricardo Montaner mientras ellos cenaban su exquisita cena.

—Esto es maravilloso, gracias Damián.
—No es nada preciosa.
—Sabes, las rosas de color de rojo son mis favoritas.
—Lo sé.
—Pero ¿Cómo?
—Daniel se lo preguntó a una de tus amigas y él me lo dijo a mí, cuando alguien me interesa me gusta saberlo todo de esa persona.

—Estas insinuando que te intereso.
—Sí.

Regina sonrió. Realmente le gustaba estar con Damián ya que él le hacía pasar un rato agradable.

—Este lugar es muy hermoso.
—Es de un amigo mío.
—Me harías un favor.
—El que quieras.
—Dile que la comida esta deliciosa.
—Se lo diré. Pero ahora quisiera bailar, claro su tú quieres.
—Por mí encantada.

Damián retiró la silla de Regina y la tomo de la mano para llevarla a la pista de baile. Mientras sonaba la canción de tan enamorados de Ricardo Montaner.

Quizás te puedas preguntar

Que le hace falta a esta noche blanca

A nuestras vidas que ya han vivido tanto

Que han visto mil colores de sabanas de seda

Y cuando llueve, te gusta caminar

Vas abrazándome, sin prisa aun que te mojes

Amor mío, lo nuestro es como es

Es toda una aventura, no le hace falta nada

 

Estoy aquí, tan enamorado de ti

Que la noche dura un poco más

El grito de una ciudad

Que ve nuestras caras la humedad

Y te hare compañía más allá de la vida

Yo te juro que arriba te amare más

Tan enamorados y así

La noche dura un poco más

—Esta canción de Ricardo Montaner es hermosa.
—Sí y es tan hermosa como tú.

Sus miradas parecían decir lo que ambos estaban comenzando a sentir y se negaban a decir en voz alta.

—Te has sonrojado.
—Es que no estoy acostumbrada a que me digan cosas bonitas.
—Aunque apenas nos estamos conociendo y quedamos en que seríamos amigos yo te diré esas cosas bonitas que aún no te han dicho.

Ella recargo su cabeza en el hombro de él y siguieron bailando.

—Esto no podría ser más hermoso gracias Damián.

Él sonrió.

—Ya verás que si acompáñame.
—A dónde.
—Es una sorpresa ya lo veras.

Daño por una apuesta (Editando).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora